lunes, 1 de junio de 2009

Nuestra Aventura en Baños, Tungurahua


Nuestro segundo día en Baños decidimos irnos a hacer rafting en los rápidos del río Pastaza, como estábamos con las niñas fuimos al nivel 3 que es apto para cardiacos e ideal para gritonas como yo.
A la hora acordada nos fue a ver al hotel un señor de unos 80 años en una furgoneta con la que posiblemente aprendió a manejar en su adolescencia… Me encantó el único parlante de la radio que a duras penas entraba en el asiento de atrás de lo gigantesco que era…
La primera parada fue en la oficina donde contratamos el paseo. Firmamos la última de algunas páginas donde alcancé a leer a lo rápido y en letras 0,8 algo así como: ..no es culpa.., lesiones.., robo.., muerte..., etc. Y antes de que me arrepienta ya me apuró la tribu para que firme.
Buehh, ya estábamos allí no les iba a aguar el viajecito.
Nos dieron a cada uno el equipo completo: wetsuit, casco, chaleco salvavidas, y unos Venus negros que les encantaron a mis hijas.. quién diría.
El pago era anticipado, pero luego de 10 minutos lo convencí al encargado de aceptar el 50%... no puedo evitar SIEMPRE regatear y NUNCA pagar por anticipado lo que no he recibido aún.
Y entramos a la furgoneta. El ancianito que nos llevaba, Don Guido, resultó ser de lo más simpático.
Salimos de la ciudad y comenzó la aventura por la carretera Baños-Puyo. Fueron 45 minutos de TERROR. Resulta que Don Guido fue por 40 años chofer de la Cooperativa de Buses Baños, nada diferente a las CLP. ¡¡Por Dios al viejito no había quien le levante el pie del acelerador!!.
Lo peor era preguntarle por donde íbamos o donde estaba el famoso volcán Tungurahua, porque sin reparo ni apuro despegaba los ojos del camino y se volteaba para señalar los lugares. Solo nuestros gritos, el pito de los carros contrarios o el filo del abismo lo hacían regresar a la vía. Luego nos pareció divertido y a propósito le preguntábamos cosas... mis hijas se pusieron los cascos por si acaso.
Por fin llegamos a una cabañita donde vivía un señor de unos 100 años muy sonriente y amable, aunque nunca le escuché la voz ni lo vi moverse...pensándolo bien no sé si estaba vivo.
Nos cambiamos de ropa y comenzó la travesía por el río. Fue lo mejor!! Increíble!!!. Don Guido nos tomó fotos que nos recordaran siempre lo increíble que se pasa con la familia!!!.
De regreso al hotel nuestro pintoresco chofer-fotógrafo-amigo nos hizo reír con lo mejor de su colección de chistes.
Ya estamos planeando otro viaje a Baños, y seguro que buscaremos de nuevo al gran Don Guido, eso sí, mejor manejo yo.

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