lunes, 1 de junio de 2009

De como nos convertimos en porcinos


El miércoles al medio día la regresaron del colegio a la Cristi porque tenía 38 de fiebre.
Llegó a la casa y se acostó a ver icarly.
A la hora de costumbre se comió un plato de arroz con puré y pescado. Buena señal, mi abuela decía que enfermo que come no muere.
En la noche Toñito le preparó un omelette que no estuvo ni un minuto en el plato. Seguían las buenas señales.
Ayer en la mañana amaneció con dolor de garganta y de oído.
Todo eso mas el chisme que se corrió en el colegio sobre que un amigo con el que estuvimos hace poco tiene el virus de "la gripe porcina", y que recién llegamos de viaje en donde ya han habido algunos casos, hizo que nos enviaran, en contra de la voluntad de todos menos de la mía, al Hospital de Infectología en Guayaquil.
Primero fue la entrevista con la pediatra, y luego de decirle que estuvimos en Perú y con un amigo que tiene el virus la cosa se alteró.
La chequearon 3 médicos, y aunque no le encontraron NADA aparte de una otitis (de tanto mar) que seguramente fue la causa de la fiebre, la enviaron a tomarse muestras de sangre.
Asi que compañé a la Cristi a sacarse la sangre (tramite que no me agrada nada porque sufro de hematofóbia crónica ).
Hice la fila después de que sellaron con un número la orden, así como en el delicatessen.
Yo seguía según el número, pero adelante mío ya había más de 20 personas con sus órdenes sin sellar.
Cuando la enfermera Elvita abrió la puerta con su cara de matona a sueldo yo me puse primera con la orden SELLADA como bandera diciendo “A mí me toca”.
Ante el desconcierto y posterior reclamo airado del resto de la fila, la enfermera Elvita se me cargó, y a 5 cms. de mi mascarilla emitió un sonido salido desde el fondo de su frustrado cuerpo que sonó algo así como: “Yo pongo el orden aquí”.
Le contesté con un no menos macabro “Sí pero a mí me toca”, sin moverme ni un milímetro de la fila.
Luego de revisar cada orden y ver que nadie la había sellado, solo yo (jajajaJÁ), no le quedó otra que hacerme pasar, y yo no perdí la maravillosa oportunidad de decirle mil veces con un movimiento de hombros y cabeza típico de la niña peleona de 12 años que llevo dentro: “Le dije, ¡já!”.
En esta parte debo aclarar que no me dejó entrar, solo a la Cristi, aunque le dije que mi hija solo tenía 10 años y atravesé mi pie en la puerta y casi me lo fractura. Que picada Elvita la Brujita!!
Luego de media hora de espera tuvimos el resultado de sangre que dio NEGATIVO. Pero aún así, como el show ya estaba montado, incluyendo a todo el directorio del hospital con el subdirector y el director encabezándolo, insistieron en hacerle otra prueba que, según palabras de la Cristi, incluía un hisopo que “me lo metieron por la nariz hasta el cerebro”.
La peor parte llegó cuando con voz solemne a través de la mascarilla, el director del hospital nos dice que la Cristi y yo TENIAMOS que quedarnos en el hospital hasta que esté listo el resultado….en 2 o 3 días.
Toño y las bebes me miraron con ojos que resaltaban más con la mascarilla y clarito escuché en mi cerebro que me decían “Te dije que no tenemos nada, para qué nos hiciste venir… MALA”.

De algo sirvió ser nieta, hija y sobrina de médicos, así que unas cuantas llamadas convencieron a todos que: 1. Hace más de 10 días que estuvimos en Perú; 2. Ninguno de nosotros tiene NINGUN síntoma. 3. La fiebre del día anterior de la Cristi se dio por la otitis que tampoco es síntoma del virus; 4. El examen dio negativo; 5. No vivimos en Guayaquil y no llevamos nada para quedarnos; y 6. Aceptamos el encierro domiciliario.
Así que ciudadanía en general, estamos en casa hasta que el sábado tengamos los resultados.
Mis hijas siguen saltando, brincando, bailando y volviéndome loca, la diferencia es que ahora no es en 1.000 metros de playa sino en 120 de departamento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

un café siempre da de qué hablar...