miércoles, 30 de julio de 2014

Viajes y Recuerdos

“Una vez que has viajado, la travesía nunca termina, sino que es recreada una y otra vez a partir de vitrinas con recuerdos. La mente nunca puede desprenderse del viaje”. – Pat Conroy





Hemos ido y regresado al mismo lugar 6 veces los últimos 4 años, y nunca es igual, siempre hay algo nuevo que disfrutar y recordar. Así son nuestras aventuras, con nada planeado, a lo mucho el lugar donde dormiremos, y el resto se va viviendo.

Somos lo que yo llamaría pseudohippies, dormimos casi donde sea, siempre y cuando el baño esté limpio, la puerta del cuarto tenga seguro y las cortinas no sean traslúcidas; y comemos casi lo que sea, siempre que no tenga más de 4 patas ni haga ruido.

Caminamos, nos reímos, nos sentamos a ver el morado del cielo que luego se hace naranja y amarillo, celeste y blanco. Cogen olas, les tomo fotos, salen temblando de frío un par de horas después, y nos tomamos un café.

Mientras caminaba, vi de otro modo las viejas casas abandonadas. Siempre estuvieron allí, pero por alguna razón las vi diferente. Están destruidas, en ruinas, pero las veo hermosas. Me invento historias sobre quienes vivieron allí, cuál era el comedor y cuáles los cuartos, los secretos que compartían, las lágrimas que se secaban, las noticias, las risas, los sonidos y el olor, y quiero guardarlas en mi cámara porque siento que no quieren dejarse olvidar.




Mandela tenía razón: "No hay nada como volver a un lugar que no ha cambiado, para darte cuenta cuánto has cambiado tú". 

Hace algunos años era todo mas sencillo, hasta en carpa dormíamos, pero últimamente, y sobre todo en este viaje, se nota que los años nos pasan la factura, porque veo que revolotean alrededor de las Tres Marías un poco de galarifos interesados en la conversación y la sonrisita y en pedirles el @ para seguirlas. Me aseguro de que no tienen pelos en la quijada, pero tampoco la voz tiene gallos, así que me intriga saber ¿qué les pasa a estos tipos, por qué le hablan a las bebes? Y mi tonta voz interior me recuerda que las bebes tienen 21 y 18, y que la de 15 parece la mayor de todas. Antes todo era mas fácil.

Aun así tengo la suerte de disfrutarlos a todos, levantándonos a las 4 de la mañana con ganas de empezar la aventura, el viaje en la carretera todavía oscura, poniéndonos apodos, riéndonos de los chistes repetidos de Toñito, oyendo mil veces la canción de turno, que en este viaje fue “Palisades Park”, y cuando la María de 21 me coge la mano en el carro y me dice “Mami, me encantan estos viajes nuestros”, sé que estamos haciendo las cosas bien.