miércoles, 28 de abril de 2010

La Hora del Burro

Mi suegro decía que las 6:30 de la tarde es “La Hora del Burro”…la verdad no sé si se refería a que sus hijos se ponían lentos, pesadotes y burrísimos a esa hora en particular, o de verdad hablaba del animal cuadrúpedo que prefería esa hora para salir a vagar por las carreteras del país.

Y he recordado esa frase de mi querido suegro, porque estas últimas semanas que he recorrido la carretera Salinas-Guayaquil-Salinas-Ruta del Sol casi sin fin, he visto con mucha preocupación no solo burros, sino también vacas gigantescas pastando alegremente y cruzando sin el menor apuro la vía.

El sábado en la noche, mientras cruzábamos la comuna Curía, y gracias a nuestros solidarios compatriotas que nunca bajan las intensas, estuvimos a dos segundos de estrellarnos de frente con un burro, que con cara de burro ni se inmutó.

Reconocí en ese momento que Toñito es mi héroe, porque con reflejos de Schumacher frenó un segundo, soltó el freno, giró a la derecha pero no tanto como para irnos barranco abajo, y siguió el curso de la carretera. Mis respetos! Acepto que de haber manejado yo, no lo estaría contando.

Luego de pasar el susto y prometer una vez más que no viajaríamos a la “hora del burro”, peor en la noche, al día siguiente volvimos a viajar más tarde! 

Atravesando los "Cinco Cerros" de la Ruta del Sol, infinitas curvas rodeadas de montañas y árboles enormes, vimos un burro cómodamente sentado en la mitad del carril contrario al nuestro. Sólo le faltaba la taza de té y los naipes al condenado animal. Pasamos alado del burro y unos segundos después se acerca un carro por la curva directo hacia él, nos miramos, hicimos caras, y enseguida escuchamos un golpe, luego un rebuzno lastimero, y finalmente algo parecido a un CRASH.

Presionados por las Marías que no paraban de gritar por la suerte de los conductores, y del burro, giramos en U entre curvas malvadas y con el inminente peligro de ser los próximos estrellados. Mientras llegábamos a la curva de los hechos, nos íbamos preparando para la escena dantesca. 

La sorpresa, seguía Platero bien sentado, y casi puedo jurar que lo vi reírse de nosotros. Por cierto, ni señal de un choque.

Concluimos que el CRASH fue simplemente la batería de Ringo Starr.

De cualquier modo, ahora las Marías creen que son los fantasmas de los burros atropellados los que se aparecen a las 6:30 de la tarde para vengarse cobrando víctimas.

Fantasmas o no, lo único de lo que estoy segura, es que los verdaderos burros son los dueños de esos animales sueltos, y más burros las autoridades que no hacen mucho para controlarlo, y definitivamente más burros los que viajamos a la hora del burro sin necesidad alguna.

jueves, 15 de abril de 2010

La recién graduada

Esta etapa de mi vida es extrañamente inesperada.
No soy una persona organizada, no programo nada, y mi agenda está más llena de dibujitos y tachones que de apuntes necesarios. Voy todos los días al supermercado porque decido lo que vamos a comer, dos horas antes de cocinarlo, y nunca hay hielo en el congelador.
Pero no siempre fui así…..con el exceso de yodo, Toñito, y la falta de litio, me agravé.
El tiempo pasó volando, y el sueño de una Universidad citadina en la playa nunca se cumplió. Así que, con una graduada ansiosa por empezar su carrera universitaria, la familia tenía que abandonar su vida playera y regresar a la gran ciudad.
Los días pasaron entre olas y hamacas, y no se nos veía la mínima intención de buscar un nuevo hogar, ¡peor guardar en cartones!.
Un día llegó de casualidad a nuestras vidas una linda casa en el lugar ideal, y comenzamos a movernos ahora sí en serio. Entonces encontramos colegio para las niñas, matriculamos a la recién graduada en la U, la instalamos momentáneamente donde unos amigos muy queridos nuestros, y seguimos con nuestro relax acostumbrado hasta que nos entreguen la casa, todo mientras nos visualizábamos parados frente a la ventana de un cuarto con una linda vista de un pedazo de manglar en el manso Guayas.
Como la vida tampoco es nada programada, el destino hizo que nos quedáramos sin casa antes de mudarnos, así que nos encontramos parados de nuevo frente al mar, y con una hija graduada viviendo en un hogar provisional.
Han regresado con fuerza mis dolores de la úlcera estomacal, que por cierto, según el que me hizo la endoscopía es sicológica y solo responde a mi engreimiento y ganas de llamar la atención (teniendo toda la aprobación verbal y expresiva de mi papá y Toño).
Por suerte encontramos la suite ideal para la pequeña graduada, es el sueño de todo adolescente y la angustia de toda madre como yo.
He vivido cada día de la vida de esta niñita, y así sin darme cuenta la estoy instalando en un lugar lejos de su hogar. Claro, dirán que estoy loca por este “síndrome de nido vacío” que estoy sintiendo, cuando otros hijos se van mucho más lejos de los 142 km que me separan de mi graduada.
Pero así soy yo, y ayer me entró la angustia cuando me llamó mi graduadita llorando porque comió algo que le hizo daño. No pude dormir, el duende de la migraña que me patea el ojo no se me fue ni con dos migradorixina, y las fotos del corredor me enseñaban a una graduadita que bailaba con las canciones de Plaza Sésamo que yo le cantaba.
Por suerte estoy a 142 Km de su universidad, y hoy la esperaré contenta a la salida, como lo he hecho toda la vida.

miércoles, 7 de abril de 2010

La Caminadora y yo

Uno de los regalos que pedí para mi cumpleaños de hace dos años fue un “Leg Magic”, el aparatito aquel que sale en la tele y promete darte “unos muslos envidiables”.

Supongo que el aparato es excelente, sino lo fuera ya lo hubiese devuelto (también soy fiel protectora de los derechos del consumidor), y digo “supongo” porque el dolor que me causa utilizarlo por más de 10 segundos es tal, que si llegara a completar los únicamente “20 minutos diarios” que te aconsejan, tendría mejores piernas que las de la Kournikova...

El aparato en cuestión sigue esperando ser utilizado para otra cosa que colgar los pantalones de baño, y yo me niego, porque estoy convencida de que si existe un infierno, está poblado de indestructibles “Leg Magic”.

En lo que a maquinas de ejercicios se refiere, lo que yo siempre quise en realidad era una caminadora eléctrica, con contador de calorías, de velocidad, de tiempo, de distancia, de ritmo cardíaco, y con ventiladorcito incluido, y se lo hice saber a todo el que preguntaba de donde saqué el raro colgador de pantalones de baño.

Así que un día ¡ZAS! aproveché que mi padre en uno de sus arranques puso a la venta la caminadora que compró en otro de sus arranques, y me la instalé en la sala, apuntando al mar (nunca me interesó el diseño de interiores).

Ahora si me siento realizada, porque todos los días (desde hace 1 mes) estoy trotando. Veamos, es que el problema no solo eran las mensualidades del gimnasio (que según calculó Toñito salían más baratas que las cuotas de la caminadora), sino que tenía que maquillarme (por lo menos el delineador pues!), ponerme un calentador bonito que sea flojo allí pero apretado allá, de un color que no me avergüence cuando sude, que combine y que no repita todos los días, un top especial para gimnasio, y lo peor: tener que calarme a cada tonta anoréxica que con 38 tiene cuerpo de 16 y aún así se cree GORDA.

Así que con mi gym en casa, me levanto, me pongo cualquier media con mis tennis rotos, la pijama ni me la cambio porque duermo en calentador, me pongo un cintillo a lo Olivia Newton John, y el suéter térmico que un visitador médico le regaló a mi papi con el slogan en la espalda “Gyno Canestén…porque nos pasa a todas”. Conecto un ventilador de pedestal (mi maquinita no vino con ventilador incorporado), me subo a mi 640 Weslo Cadence Treadmill, y corro 1 hora acompañada de mi On the Go 1 con lo mejor de mi música cantando a todo pulmón.

Reconozco que el espectáculo que doy es macabro, pero estoy a mis anchas viendo el mar, las gaviotas, y a uno que otro anticuado que todavía cree en trotar en la playa bajo un sol furioso!!