viernes, 30 de mayo de 2014

Esto es para tí


18 años no se cumplen todo los días. Y no es que todos los años no sean importantes, pero de algún modo solemos tener más expectativas con ciertos años en particular. Empezamos con "El maravilloso 1 año", ese que ningún niño promedio recuerda, pero que los padres babosos celebramos con el "santo temático". Tengo que aceptar que me dejé llevar y caí tres veces. Luego vienen Los dulces 15s: leyenda urbana rosada con la que solíamos amenazar a nuestras hijas; y finalmente, los "Por-Fin 18".

No soy nueva en esto, pero me ha movido el piso que mi torrejita cumpla 18, sobre todo porque tiene cara de 16, y los mismos ojitos brillantes de cuando tenía 5.

¿Te acuerdas cuando se disfrazaban? Llevaba el baúl azul al cuarto y dejaba que inventen una historia de personajes rarísimos, como la cabeza de zebra con traje de Pocahontas y delantal floreado, o la princesa con tutú negro y cola muy larga. Luego presentaban la obra en la sala y orgullosos aplaudíamos.


Los pañuelitos planchados y la almohada calientita con relleno de avena te calmaban los dolores de las piernas, pero las dos sabíamos que mis manos mágicas eran las que te curaban.

Cuando tenías sueño me ibas a buscar al cuarto para que te cuente un cuento, eso sí, siempre inventado, y mi imaginación volaba hasta que te quedabas dormida y terminábamos al día siguiente.

Después se acabaron los cuentos, pero seguías pidiéndome que te acompañe a la cama y te de un beso de buenas noches.

Un día creo que estaba ocupada en algo que creía que era importante y te dejé dormir sin el beso. Me arrepiento tanto de eso porque el momento no se repitió, y extraño que me necesites para tener dulces sueños.




¿Te he dicho hoy que te amo? Hoy no se vale, es tu cumpleaños. Te lo dije ayer luego de retarte, y quiero decírtelo todos los días, sin que haya un motivo, solo porque sí, para que no lo olvides.

¿Me creerías si te digo que soy feliz cuando estás feliz? Por eso puedo quedarme horas sentada en la misma piedra con mi cámara viéndolos en el mar, guardando para siempre ese momento en el que te sientes inmensamente feliz, libre y amada, y yo me siento igual.



Hace poco me dijiste que ya no querías crecer. Crece mi amor, porque siempre seguiré haciéndote tus pancakes, dejándote en mi cama un espacio a mi lado, ayudándote con tus deberes, sobándote la pierna, y cuando quieras te cuento un cuento antes de dormir.




miércoles, 14 de mayo de 2014

Las Cascadas mágicas




La tribu está convencida de que un sábado sin olas es un sábado de excursión, así que desempolvo la Dora que llevo dentro y con mi fiel Botas marcamos una ruta en el mapa. El destino elegido fue “Las 7 Cascadas de Las Hayas”, impactante nombre.

La aventura empezó con un super Bolón de Tere en casa de nuestros compañeros de excursión, y después de quedar llenitos y con el corazón contento, salimos a las famosas cascaditas.

Llegamos a un lugar en donde tuvimos que dejar los carros, nos cobraron $1 a cada uno, le pidieron la cédula al que se consideraba más responsable del grupo, y así, sin recomendaciones, bendición ni nada, nos despidió la encargada.

Empezamos la caminata por un sendero de piedras rodeado de vegetación de un verde increíble, y el sonido incesante de algún bicho invisible. 

El camino se iba poniendo lodoso, y alguien del grupo perdió su zapatilla (sí, fue en zapatillas) la que nos tomó media hora encontrar.  

Reanudado el camino, y luego de descubrir que Botas y yo eramos los últimos del grupo, apuré el paso en los riachuelos, sorteando las piedras resbalosas y mojándonos sin remedio los zapatos.

Luego de media hora de caminata nos encontramos con dos senderos: el de la derecha cruzaba el río, y el de la izquierda nos internaba a la montaña. Los que ya habían ido antes y "conocían el camino”, nos llevaron por el de la izquierda, y a ninguno de nosotros se nos ocurrió acercarnos a leer el letrero que decía clarito: NO SE SALGA DEL SENDERO.


En alguna parte de la empinada subida hacia la copa de los árboles, las piernas empezaron a temblarme, y mi respiración peleaba con los latidos del corazón en la yugular para ver cuál se escuchaba más fuerte. 


Luego de subir durante los minutos más largos de mi vida y ver solo árboles y más árboles, los pilas que iban primero se dieron cuenta de la equivocación y empezaron a bajar porque no era el camino.

Cuando pasaron en fila india todos, y no estaban entre ellos las Tres Marías y nadie las había visto, me dió la blanca, y con ella el ataque de mi imaginación: ¿Y si se fueron por el río y están atrapadas entre las rocas? ¿Y si resbalaron por las cascadas y tienen algo fracturado? ¿Y si las atacó el sicópata del bosque?  Las pulsaciones en mi yugular indicaban que me iba a dar un infarto, así que recordando los consejos de toda abuela, me acosté con las piernas levantadas hasta que la sangre me volvió al cerebro.

Ya en pie, seguí el sendero del río, y pasé por las primeras tres cascadas y no aparecían las Marías.

De pronto atrás mío escuché gritos y por fin aparecieron las tres corriendo como locas! Después de la alegría de verlas, lógicamente vino la respectiva puteada por alejarse del grupo, y finalmente la pregunta ¿Dónde se metieron? Habían subido la montaña durante 40 minutos más, sortearon una culebra y se toparon con dos hombres con rifles (también ven ID y pensaron que serían Los Perversos del Bosque), que amablemente las guiaron por el camino correcto de regreso a las cascadas.




Seguimos entonces más tranquilos caminando con el agua hasta los tobillos, luego hasta la cintura, y por último hasta el cuello, y llegamos a una escalera clavada en las rocas, así que entiendo que debo subir.

No terminaba de agradecerle al buen samaritano que puso la cómoda escalera en medio de la nada, cuando llegué a una empinada pared más alta que la anterior, y sin escalerita!

Entre las raíces, las piedras y las arañas, se asomaban dos cuerdas donde el buen samaritano pretendía que me suba, ignorando mi deplorable estado físico.

Valentonada por el hecho de que todos nuestros amigos ya habían subido (uno de ellos casi 20 años mayor que yo), le hice caso a mi tonta voz interior que me decía: “Vamos, tu puedes”, y empecé a escalar, solo para darme cuenta, en la mitad del trayecto, que no encontraba dónde poner el pie izquierdo para impulsarme con el derecho, y me quedé colgada, con mi amado Botas unos metros más abajo gritándome “Por Dios, pase lo que pase no se suelte!”. Al principio pensé, este hombre me adora, pero luego entendí que en realidad tenía terror de que le caiga encima y lo arrastre directo a una vergonzosa muerte segura


Por fin, luego de las lágrimas y de maldecir a las cascadas y a la vieja de la entrada por no advertirme que tenía que bajar unas 30 libras y rejuvenecer 20 años para disfrutar el paseo, logré subir.

Y allí fue cuando admiré la Séptima Cascada! Todo un paraíso en medio de la nada. 

Me dejé caer en el agua y floté en el mágico momento, pensando en lo bueno que sería vivir allí, hasta que me trajo a la realidad el chorro helado de la cascada que me cayó en la cabeza, y empezó el dilema del regreso.

Por suerte ahora si leí otro letrero que decía “Regreso corto”, y casi rodando por la montaña llegué sin mucho drama. 

Por cierto, 1 kilómetro antes de la llegada, hay una cabañita de unas amables señoras que venden maduro asado con queso, enormes naranjas, y si se pide con tiempo, el mejor seco de gallina.




Regresamos a la casa sanos y salvos, con nuevas historias que contar, más lugares caminados y la riqueza de compartirlo juntos los cinco. Valen la pena los dolores de espalda, las picadas de bichos raros y la ropa encharcada, si al final regresamos todos juntos escuchando “Big Parade” acompañados de un hermoso atardecer. Eso sí, seguimos con gripe.



miércoles, 7 de mayo de 2014

Nuestro último Mundial de Surf




Casi un mes antes del mundial, se concentró a la selección ecuatoriana en un hotel de Salinas para los respectivos entrenamientos, y esta vez no permití que mis hijas se hospedaran sin mí en la habitación destinada a las mujeres del equipo. Estoy curada de espanto.

El equipo conformado por 12 seleccionados menores de 18 años (8 hombres y 4 mujeres) estuvo dirigido por un cuerpo técnico bastante grande: 1 sicólogo poeta, 2 entrenadores físicos, 2 técnicos de surf, 1 fisioterapista, 1 nutricionista, 1 masajista, 3 profesores de yoga, 1 camarógrafo, 1 fotógrafo y 1 team manager. Extenso equipo.

Entonces la pregunta del millón es ¿Por qué ningún adulto del cuerpo técnico multidisciplinario pudo detener a tiempo los graves abusos que cometió uno de los seleccionados? Ah, es que nunca los vieron, entonces voy a repasar lo que mi súper vista de rayos X y mis poderes extrasensoriales pudieron captar.

Todo empezó cuando al mayor de los seleccionados se le ocurrió que sería divertido escaparse del hotel, arrastrar con él a tres menores de 15 años, llevarlos a una discoteca-bar-karaoke, darles alcohol y regresar tambaleando pasadas las 2 de la madrugada. Para mala suerte del grupo, uno de los adultos del cuerpo técnico multidisciplinario, alertado por uno de los seleccionados que se rehusó a ir y al que el seudo-líder le robó una caja de preservativos para ir completamente armado a la discoteca-bar-karaoke, los descubrió in-fraganti cuando regresaban de su aventura. Para buena suerte del grupo, el adulto les creyó que llegaban del cine, y posiblemente sufra de sinusitis que le impidió percibir el olor a alcohol, tan fácil de confundir con el del canguil de cine a las 2 am.

Al no ser reportada esta indisciplina, el seudo-líder se sintió ingobernable, y volvió a escaparse el siguiente fin de semana, arrastrando a un nuevo grupo, esta vez sin ser descubierto por ningún adulto del cuerpo multidisciplinario, pero si pescado con fotos comprometedoras en las redes sociales, muy entrada la madrugada y con bastante alcohol de por medio.

El foco de su indisciplina entonces se centró en sus compañeros más pequeños y vulnerables. Sí así es, el famoso y tan palabreado bullying llegó a nuestra selección nacional. Pero, ¿Por qué los afectados no le dijeron nada a ningún adulto del cuerpo técnico multidisciplinario? Verán, así tan fácil no funciona la cosa, sino no existiría el bullying, así que sepan que hay que tener poderes mágicos para descubrirlo.

Era un día de playa con intenso sol, cuando vi llegar al bus de la selección. Todos bajaron uno por uno y caminaron bajo 40 grados de sol intenso por 400 metros de arena hasta el lugar del entrenamiento. Me llamó la atención ver al más pequeño del grupo, al que llamaré “Y”, quedarse al final con el peso de su mochila en la espalda y dos tablas debajo de los brazos.

Al final de la jornada de entrenamientos fui a recoger a mis hijas al hotel, cuando de pronto el pequeño “Y” se sube a mi carro, cierra la puerta con seguro, y me ruega quedarme con él hasta que lleguen sus padres a recogerlo. No me demoré mucho en convencerlo de contarme lo que estaba pasando: el seudo-líder había empezado sus abusos contra él. Si no le cargaba su tabla, si no obedecía, si le contestaba o si pedía ayuda, lo golpeaba, llenaba su mochila de arena y le rayaba con marcadores obscenidades  en la tabla. Una tarde lo había agarrado de los tobillos sumergiéndolo de cabeza en la piscina del hotel, tantas veces, que el pequeño al tragar agua y sentirse asfixiado me dijo que pensó que moriría.

Nadie del cuerpo técnico multidisciplinario escuchó sus gritos ni vio tal repulsiva escena, tampoco lo vieron cargar tablas que no eran suyas, ni caminar cabizbajo.
Hablé con su padre y me tocó impedir que masacre al seudo-líder, aconsejándole que mejor hablara seriamente con los entrenadores y les exija atención.

La descarga de mal comportamiento del seudo-líder se amplió y llegó a los entrenamientos: surfeando hacía lo que le daba la gana y no lo que le ordenaban; en las clases de yoga su cuerpo arrojaba sonoros e insoportables gases casi tóxicos; el hotel empezó a quejarse de su incivilizado comportamiento hacia sus empleados y bienes inmuebles; empezaron a desaparecer las pertenencias de sus compañeros, y las burlas siguieron subiendo de tono sin control alguno.

Por otro lado, vi en dos ocasiones como un miembro del equipo técnico multidisciplinario, le entregaba las llaves de la furgoneta donde se movilizaban los menores de edad, a una niña de 15 años que salió manejando hasta el hotel, y en otra ocasión, otro miembro del equipo técnico multidisciplinario le dio las llaves al seudo-líder para que le manejara su carro, cual chofer.

Con todos estos antecedentes, indisciplina, y nulo control, preocupada por mis hijas y los chicos que estaban sin padres en la concentración, empecé a quedarme más tiempo en la playa cerca de ellos.

Una mañana de entrenamiento en la playa, escuché un fuerte golpe y enseguida vi salir del agua con la tabla partida en dos a uno de los chicos, un jovencito de Manta que conozco hace años y le diré “Z”. Su padre es uno de los pocos fabricantes de tablas en el país, y ese fue un regalo que acababa de enviarle para que estrene en el mundial.
“Z” salió del mar aguantándose las ganas de llorar, con sus dos pedazos de tabla en las manos, cojeando, en medio de las carcajadas y burlas del seudo-líder.
Me acerqué a “Z” y vi que tenía lastimada la rodilla por el golpe, y cuando empecé a consolarlo por su tabla rota, estalló en un llanto incontrolable y casi no le entendí lo que me decía. Cuando pudo hablar, me dijo que no aguantaba ni un minuto más estar en el equipo, que solo quería regresar a su casa. Allí me enteré que desde hace semanas era otra víctima del seudo-líder, que encontró en el incidente de la tabla partida, una excelente oportunidad para darle rienda suelta a sus insultos, y entre sonoras carcajadas dejarle claro lo que para él valía la tabla, el padre que la hizo y el hijo que la rompió.

La playa estaba llena de gente, con el equipo técnico multidisciplinario casi completo. ¿Es que a nadie le importaba o yo era la única con súper poderes para darme cuenta de la situación?  

Fui directo donde el team manager que estaba a pocos metros conversando con el psicólogo poeta, y le dije lo que vi, comprometiéndolo a que pare inmediatamente los abusos del seudo-líder.

Lo que sigue me lo contaron. El team manager efectivamente habló con el seudo-líder, luego con todo el equipo, y les dio charlas del respeto, solidaridad y demás valores que se deben tener, pero que a estas alturas ya estaban demasiado perdidos.

No sé cuáles fueron los compromisos, si es que existió alguno, pero obviamente no fueron respetados, porque casi inmediatamente después del sermón, el seudo-líder arremetió con más odio contra “Z”, y se enfrentaron a puños y tablazos en la mitad de la playa. Esto me lo contaban los chicos de la selección cuando me parqueé en la playa a recoger a mis hijas, mientras en mi cabeza solo pensaba en tomar la decisión de sacarlas de ese ambiente tan hostil.

Pero las cosas dieron un giro inesperado. Una de mis hijas entró al carro llorando y diciéndome: “Mami, no lo aguanto más, a mí también me pegó”. Apenas recuerdo algo más de lo que me dijo en ese momento, solo salí del carro y lo encontré parado frente a mí. No pensé ni dudé, simplemente lo abofeteé y le dije que se había metido con las niñas equivocadas.

Finalmente el Team Manager tomó la decisión de sacar de la selección del mundial junior al seudo-líder, algo que levantó tempestades y trajo cola.
Algunos miembros del cuerpo técnico multidisciplinario no apoyaron la decisión, considerándola exagerada, y en lugar, pedían lo que consideraban justo: que mis hijas sean sancionadas y retiradas del mundial, ya que por ser menores de edad, deberán pagar los platos rotos de la “agresión física” que su madre propinó al seudo-líder.

Parece que su concepto de justicia no era el mismo que el del team manager, y las cosas quedaron así: el seudo-líder fuera del mundial, y la madre (o sea yo) privada de asistir a las concentraciones del equipo en el hotel, decisión que agradecí porque me libró de compartir con indeseables.

Antes de que el seudo-líder abandonara el hotel, los chicos revisaron su maleta y allí encontraron sus pertenencias extraviadas.

La armonía regresó al equipo a solo tres días de empezar el mundial. Los chicos por fin pudieron desahogarse, relajarse y disfrutar de esta única experiencia que recordarán siempre.  

Pero aquí no termina todo, parece que el presidente de la Federación Ecuatoriana de Surf no estuvo muy contento con la decisión, y en reunión de directorio de la semana pasada, decidieron sancionar a mis hijas por los bochornosos hechos ocurridos, y en virtud de evitar “actos violentos ajenos a nuestro espíritu deportivo”, prohibirlas de presentarse a las siguientes fechas nacionales de surf, misma sanción que le impusieron a su agresor.

Textualmente la resolución dice: “Frente al hecho inédito que ocurrió en la playa, sitio de entrenamiento del Seleccionado y como consecuencia de la necesidad de prevenir actos de violencia que nos son naturales de una actividad deportiva, el Directorio de la Federación Ecuatoriana de Surf resuelve la suspensión temporal de los deportistas, entendiendo que la madre de las deportistas es la representante legal y sus actuaciones afectan gravemente el entorno de la Federación Ecuatoriana de Surf, de sus selecciones y del ambiente que siempre debe tener espíritu deportivo ajeno a este tipo de conducta que lesiona la estructura deportiva que nos ha caracterizado.
Por unanimidad el directorio aprueba:
1. Suspensión temporal al Deportista (nombran al seudo-líder) y a las deportistas (nombran a mis hijas, no solo a la agredida a quien defendí, sino que para hacer más ridículo el show, a las dos) por ser menores de edad y su
2. representante la Sra. (yo) madre de las antes mencionadas deportistas, desde la presente Fecha del Circuito Nacional de Surf 2014, provisionalmente para precautelar la integridad y la seguridad en los eventos deportivos de la FES.
3. Que se notifique a las partes para que presenten sus descargos y apelación pertinente a estas medidas precautelares y suspensiones provisionales.
4. Que el Tribunal de Honor y Disciplina tome conocimiento de estas faltas reglamentarias para emitir las sanciones correspondientes”.

Mis hijas entonces, son sancionadas por ser agredidas y defenderlas. Pasan de ser víctimas a victimarias. El organismo que debe protegerlas no solo las condena, sino que perjudica irreparablemente su carrera deportiva, impidiéndoles competir y posicionarse en los primeros lugares del ranking nacional como lo han hecho desde hace 4 años. 

¿Algún interés de por medio? Definitivamente hay algunas jovencitas beneficiadas con esto, entre ellas la hija del presidente de la Federación Ecuatoriana de Surf, que por cierto, nunca fue sancionada cuando en medio de una competencia nacional, su padre invitó a pelear a mi esposo, y en una siguiente fecha volvió a realizar “actos de violencia que nos son naturales de una actividad deportiva” insultando y nuevamente invitando a pelear a otro padre de familia, de quien luego diría que es “su gran amigo”. Digo, si por ser menor de edad, la pobre niña debe pagar por los exabruptos de su representante, pues debió ser sancionada “para precautelar la integridad y la seguridad en los eventos deportivos de la FES”.

Tampoco fueron sancionados dos deportistas que en las últimas fechas de competencias nacionales, fueron protagonistas de “actos de violencia que nos son naturales de una actividad deportiva”, agrediendo verbalmente a los jueces, manifestando su inconformidad en las decisiones con gestos obscenos y uno de ellos incluso destrozando un letrero publicitario que estaba en la playa.  Los dos jóvenes en cuestión han seguido en las fechas nacionales, uno de ellos en campeonatos internacionales. ¿Qué pasó? ¿Estos no son “actos de violencia que nos son naturales de una actividad deportiva”, y en estos casos no es necesario “precautelar la integridad y la seguridad en los eventos deportivos de la FES”? A ver si me lo grafican para entender mejor.

El team manager parece tener la respuesta pero lastimosamente no señala culpables. En su informe disciplinario señala textualmente: “Toda esta situación es el producto de una falta de disciplina y correctivos al interior de la Selección Nacional y el haber permitido una falta de respeto total entre compañeros y compañeras de equipo”.  Descubrió el agua tibia, lastimosamente tarde, porque yo vengo cuatro años criticando lo mismo. Culpables son muchos, y entre ellos hay hartos cómplices mudos.


Por favor, hay que ser coherentes, menos Resoluciones de Directorio, y Tribunales de Honor y Disciplina con dedicatoria! Digan las cosas como son: Soy su piedra en el zapato, porque mientras mis hijas estén en el surf dirigido por este brillante y receptivo presidente de la Federación Ecuatoriana de Surf, siempre estaré velando porque sus derechos sean respetados, porque las cosas sean justas y transparentes, llamando irresponsables y solapados a quienes lo sean, y defendiéndolas de cualquier patán sinvergüenza que las agreda! Yo no soy de invitar a pelear a nadie, tampoco de valerme de palancas ni abogados que me digan cómo actuar, no me interesa si le dan fechas nacionales al club de mis hijas, no quiero puestos ni favores, peor el reconocimiento de nadie, me basta con que mis hijas me hayan dicho “Gracias por defendernos mami” y así lo haré siempre.