lunes, 7 de mayo de 2012

Paseo citadino dominguero Vol. 1: La Isla Santay


Al igual que muchos citadinos, nosotros, que tratamos en vano de acostumbrarnos a la vida de ciudad, salimos corriendo cada sábado a la playa. Solo respirar ese aire yodado nos cambia el genio y nos alegra la semana. Peeero, ciertos acontecimientos varios y complicados, que no contaré en esta ocasión, han hecho que nos veamos obligados a cambiar nuestro sagrado ritual, y busquemos playas más cercanas por el día nomás. Eso convierte al domingo en peor día que el lunes, y todos los miembros de la tribu quedan en un estado vegetal profundo.

Así que decidí revisar la carpeta que tengo guardada bajo el título “paseítos citadinos”. Las opciones eran Parque del Lago, La Isla Puná, Yaguachi en Tren, o la Isla Santay. Hicimos una votación en la que todos los lugares empataron últimos, no sé cómo fue posible pero así fue,  así que no me quedó otra que decidir yo. La Isla Santay nos esperaba.

Según la web, sale una lancha desde el Malecón y por $12 por persona (incluye almuerzo y guía) nos lleva a la Isla. Pero como no nos gustan las visitas programadas, ni los horarios, ni los guías, decidimos lanzarnos a la aventura, y buscar a un lanchero en la Caraguay.



Luego de convencer al “Baleado” de prestarle la lancha a su hermano “Beretta” para que nos lleve, nos subimos a lo que serían los ocho minutos más divertidos del viaje. El precio transado fue “su voluntad”. Lastimosamente nuestra voluntad anda estos tiempos bien floja, no por falta de voluntad, así que le dimos seis dólares en billetes de uno para que parezcan más, y todos quedamos contentos.



Llegamos a la Isla, y luego de subir por las escaleras del muelle se acercó a nosotros un grupo de seis personas con camisetas con el logo “ministerio del medio ambiente”. Uno de ellos se presentó como guía turístico, y una mujer dijo que era bióloga. El saludo fue: “Motivo de su visita”. Mi respuesta fue obvia y acompañada de una sonrisa de nerd: “Conocer la Isla”.
La bióloga impaciente, acalorada y algo menopáusica me dice: “Muéstreme su permiso”. No entendí nada, permiso para qué? Le dije que no sabía que necesitábamos algún permiso para  conocer nuestro propio país! Acaso está prohibido venir? Increíblemente ella contestó Sí, al mismo tiempo que el hombre dijo NO. Luego me preguntaron con quien habíamos venido, les dije que con un lanchero de la Caragüay de nombre raro y apodo peor. Me preguntaron cuánto nos cobró, les dije que nuestra voluntad. Y seguíamos bajo el sol sin entender nada.



Finalmente nos aclararon que no era prohibido ir, pero que era necesario hacerlo con los tours dirigidos, porque era peligroso viajar en esas lanchas, y más peligroso era ir a la Isla sin guía, y que la comuna debía estar preparada porque además pronto sería la hora de almorzar. 

En este punto se puso interesante la cosa porque me sonó a Isla encantada, con reductores de cabezas, o caníbales o vampiros. Y pensé que este domingo sí que se estaba poniendo divertido!

Luego de dejarle claro a la bióloga y a los otros cinco uniformados que habíamos ido allí a conocer la Isla bajo nuestro propio riesgo, interesados en el hábitat natural y la forma de vida de sus isleños, sin programación, sin presión y sin dinero para alimentar al guía, no le quedó otra que irse a buscar a quien más molestar.

Y allí empezó nuestro extraño “paseíto citadino”. 




¿Qué es la Isla Santay? Para mí, es una extraña versión de “The Truman Show”. Hay un único puente de madera que conecta las 56 casas entre sí. Ese único camino conduce al punto de partida, y se acabó, no hay nada más.








Si están demasiado aburridos, pueden ir a la cancha de fútbol que también es de volley. El problema es que si se sale de la cancha la pelota, no pueden cobrar la falta, porque se les acabó el juego!



Cuando nos mirábamos todos con cara de “¿Y qué más ah?”, aparece una señora con un chaleco en el que se lee “Ministerio de Inclusión Social”, resulta ser una isleña llamada Elsa. Le digo que es famosa, que la vi en algunas páginas de internet. Nos dice que la comida está lista, que tenemos suerte de que el grupo que iba a ir organizado por....no estoy segura quién se encarga de tan mala organización, canceló a última hora, aunque creo que más suerte tuvo la señora que amablemente nos cocinó, porque le pagamos $20 por 6 platos de un seco de pollo buenísimo, pero que jugaba a las escondidas.


El almuerzo duró menos de lo que nos hubiera gustado, no tanto por el calor infernal que se sentía en esa pequeña casa de madera sobre el manglar hirviendo, sino porque llegaron a comer los desagradables uniformados encabezados por la bióloga. Mientras comían con ánimo de velorio, uno de ellos abrió la boca para torpemente preguntarle a nuestra anfitriona si podía ponerle el seco con pechuga. Ella avergonzada le pidió disculpas por no poder cumplir sus exigencias culinarias.

Nos levantamos de la mesa agradeciéndole a nuestra anfitriona por ser el segundo mejor seco de pollo que he comido, el mejor lo hace Goyita.


A lo lejos se ve el manglar, muchos árboles y plantas, y luego de interrogar a un isleño, descubro que tienen una pequeña escuela y un grupo de cocodrilos que son el único atractivo. Le digo que queremos ir, y aparece Elsa diciéndonos secamente que no podemos porque el agua ha subido mucho. No digo nada, pero no le creo, sobre todo porque estoy viendo perros y gallinas corretear por todos lados sin boyas.




El paseíto llegaba a su fin, cuando conocí de casualidad a Valentín, un amable isleño de sonrisa sincera. Le pregunté si podía llevarnos a conocer la escuelita y los cocodrilos (rara combinación ahora que lo pienso), y nos dice: “Claro, vamos”. No sé de donde pero apareció a su lado Elsa y dice: No se puede, no tienen botas! Valentín contesta: No importa, les prestamos! Y ella con una pelada de ojos le dice: No tengo la llave de la bodega! Y él insiste: Yo tengo en mi casa!

Era tan obvia la situación, que a esta humilde mujer no le quedó otra que decir la verdad: “Disculpe, no es mala fé, de corazón le digo, no es que no quiera llevarlos, es que la bióloga no dio la autorización. Vengan otro día que no estén estos señores”

La verdad me quedé sin palabras, ya no quise ponerlos en una situación incómoda así que decidimos regresar a Guayaquil.



Me parece increíble que esta comuna sea tan manejada por gente extraña a ellos, funcionarios que con una actitud bastante prepotente espantan a los turistas causando un daño directo a los isleños que viven en lindas casitas que parecen de juguete, en medio del río Guayas, aislados de la civilización.

Qué fue lo que tanto les molestó a los biólogos del Ministerio del Medio Ambiente? Que no hayamos pagado los $12 cada uno por el paseo con guía? Y me pregunto: Guía para qué? Para que no nos equivoquemos y entremos en la casa 32 pensando que es la 43 y regresemos por la 12? O para que no nos perdamos en el único camino que hay y que nos lleva de regreso a la lancha?


El “paseíto” no duró más de dos horas y no llenó nuestras expectativas, porque la información que se encuentra en la web deja mucho a la imaginación, por lo menos a la mía. Lo rescatable fue la divertida travesía en la lancha metiendo la mano en el río y bañando a los pasajeros, llegar a una Isla, conocer a su habitantes tan agradables y sonrientes, comer un seco de pollo riquísimo, y conocer un modo de vida tan diferente al nuestro, acostumbrados a verse las mismas caras, caminar el mismo camino y no perder el buen humor. Admirable.








martes, 24 de abril de 2012

Querido Maestro




En el bus de regreso tengo mucho tiempo, más de 4 horas, y no dejo de pensar en ti, amigo mío.

Me acuerdo de como nos conocimos, y lo primero que pensé fue que eras tan serio, y que segurísimo no nos llevaríamos bien. Bueno, me equivoqué.

Lo que nos hizo cambiar tu nombre por el de "Maestro", fue la anécdota que nunca olvidaríamos del surf trip. Tenías muchas ganas de retomar la tabla que alguna vez probaste de pelado, así que te brillaron los ojos cuando viste llegar a tu nuevo vecino Toñito con una Klimax en el balde. En seguida se hicieron amigos, y el primer plan fue ir a la FAE a las 7 am del día siguiente. Regresaron al medio día, cansados, insolados, tu revolcado, y Toñito se convirtió ese día en el héroe que te rescató del remolino perpetuo que te llevaba sin clemencia a las rocas.

Nos reímos durante horas escuchando tu anécdota, en la que decías que luego de remar por horas hasta quedarte a la deriva, tiraste la toalla y dijiste: "Bueno, hasta aquí llegué... y de pronto apareció el Maestro y me salvó la vida". Así que desde ese día se llamaron así mutuamente.

Toda esa temporada de playa, nos sirvió para hacer una amistad de esas que duran y dejan los mejores recuerdos. De eso ya hace 12 años.

Nuestras familias eran muy parecidas: papás jóvenes con 3 lindas niñas de casi las mismas edades. Las más chiquitas estaban en pañales, y las más grandes se pasaban explorando en la playa desde que abrían el ojo hasta que las mandábamos a dormir. Luego fueron creciendo, y pasamos por Primeras Comuniones, brackets, quince años, alisados y noviecitos.

Las temporadas se acababan y cada año fueron más esporádicos nuestros encuentros, pero siempre de casualidad escuchábamos un ¡¡Maestrooo!! en un semáforo, o saliendo del cine, y allí estabas tu, con la sonrisa enorme y el abrazo apretado, siempre feliz de vernos.

La última vez que nos reunimos fue hace un par de meses en nuestra nueva vida citadina. Los invitamos a comer los famosos tacos de Toñito que tanto te gustaban, y recuerdo que comentaste que estaban tan buenos como los recordabas.

Maestro, me hubiera gustado que no se acaben esas temporadas de playa, que vinieras más seguido a comer tacos, que en el agua con Toñito compartieras más esas conversaciones de panas....porque ahora, mientras estoy en el bus y escucho detenidamente la canción "sing a song", hubiera querido que la escucháramos juntos, y poder decirte: Maestro, just sing a song.


martes, 24 de enero de 2012

El cumpleaños de papá


Siempre he recordado el cumpleaños del Cucho, sin olvidarme sagradamente un solo año, todos los 24 de Enero… hasta hoy.

Y no me hubiera acordado nunca, sino hubiera recibido una llamada a las 4 de la tarde que sonó al otro lado del teléfono, tan bajita que apenas pude entender un rápido:
“llamaatupapáquehoyeselcumpleañossschao”.

Ay Dios! –pensé. Cómo pude olvidarme? Ahora qué hago llamándolo recién a esta hora?. Así que sin pensar mucho en la escusa me decidí a llamar a la casa.

Mi mami me sorprendió contestando con voz melodiosa, fingiendo que no sabía que era yo:
- ¿Alooooó?
- Hola mami
(gritando disque sorprendida) - Ay holaaa mijita, como estás?, a los años! (aunque nos vimos el domingo)
- Todo Bien, aquí llamando a saludar a mi papi por su cumpleaños… es que recién llego del colegio, osea no de matricularlas, sino de ver la lista de libros, osea, no la libreta porque eso es mañana, entonces se me hizo tarde y recién puedo llamar porque estaba descargado mi celular, y cuando llegué se había ido la luz en la casa y se descargó el teléfono inalámbrico, y entonces… Ay no sé, póngame a mi papi por favor!!
- Ah yaaa! Cucho! Cuchooo! Tu hija te llama

No escuché qué le preguntó, pero me imagino que algo así como: “Y por qué me llama recién ahorita?”, porque si escuché a mi mala actriz madre contestar: “ay no sé, es que no tenía teléfono o algo así, bueno contesta”

Entonces lo escuché de buen genio y comencé con esas vainas de “Que viva el quinceañero”, “Y cuántas primaveras es que son?” Como si no supiera que son 69. Así que me contestó: “Son 69, cada vez estoy más cerca del hueco”. Por suerte enseguida hizo uno de sus chistes, algo así como “Ya fui a regar mi terrenito en Parques de la Paz”. Y eso me recordó la absurda alegría de mi santa madre cuando me contó saltando en un pie: “Y fui pues a ver nuestro terrenito, la vista es linda, han arreglado divino el lugar, todo rodeado de plantitas y arbolitos y flores”. Me costó trabajo entender que no estaba hablando de algún terreno en la ruta del sol, sino del nicho que compraron en el Cementerio!! De nada sirve que le haga ver que ella no va a disfrutar ninguna vista ni ninguna plantita! Ella sigue feliz con la adquisición.

Y así fue como le prometí a mi papi que sembraría un arbolito de naranjas en su “terrenito”, para cada cumpleaños tomarme un Screwdriver en su honor con las naranjas llenas de su esencia. Mientras tanto, me esperan en su casa para comer la torta de manzana y nueces que mi mami le hizo con pasas porque no tenía nueces, y un vodka con jugo de naranja, por el momento y espero que por muchos años más, Natura nomás .

Así es esta “familia muy normal…. tararán….”

martes, 10 de enero de 2012

El video de mis chiquitas surfistas



Este video no fue nada planeado, como todo en esta familia, sino que salió así, de pronto.

Todo empezó con una canción que escuchamos del celular de la Cristi mientras almorzábamos juntos.
Con los primeros acordes nos quedamos así como la Maca cuando ladeaba la cabeza y levantaba la oreja. Luego, sin reconocer la canción, preguntamos quien la cantaba. Se trataba de un amiguito de 14 años de las chicas, que la compuso, la toca y la canta! Nos gustó tanto, que fue la canción de la semana en los parlantes de la casa y en la cabeza de todos.

Luego pensé lo bien que iría esa canción en un video de surf....que pena que la filmadora está llena de arena y no hemos podido grabar ni un solo video de las niñas surfeando!

Entonces Toñito me enseñó un programa muy bueno que encontró para hacer videos con fotos...eso si teníamos!! Así que me quedé hasta la madrugada eligiendo fotos y probando las diferentes combinaciones con la música.

Finalmente cuando ya estaba listo para subirlo, apareció aquella leyenda horrenda preguntándome la tarjeta de crédito con la que prefiero hacer el pago de $3!! (la máquina ésta ya debería saber que NO tengo tarjeta de crédito). Por 3 mugrosos dólares me quedaría desvelada de puro coraje?? No! Tenía tres opciones: buscar otro programa que sea gratuito, pedirle a alguien prestada la tarjeta a las 2 de la madrugada, o ir a dormir alado de mi amado que roncaba plácidamente y olvidar el asunto. Ninguna de las tres podrían suceder en mi vida real, así que dentro de mi amargura, recordé que antes de Navidad compré una tarjeta e-card para compras por internet, y debía tener un vueltito, seguro que 3 mugrosos dolares si tenía!!

Emocionada busqué la tarjetita por todas partes, porque obviamente no estaba en mi billetera, ni en el velador. Finalmente a eso de las 3 am la encontré. Estaba muy cerca de la bandeja de hojas de la impresora, allí donde van a parar clips, vinchas, monedas, y todo lo que una vez al mes nos devuelve el técnico con una sonrisa por haberse ganado tan a vaca el arreglo de la maquinita.

Bueno, ingresé los números, acepté sin leer las condiciones, y leí con gran satisfacción la leyenda: Gracias, usted acaba de subir su primer video!.

Para mí quedó liiindo, y nada me ha podido desanimar, ni siquiera los : "Mami!! en esa foto salgo horrible", ni los: "Por qué subiste esa foto en esa olita si tengo mejores?". 

Al final están los: "mami eres lo máximo", "mami no sé que haría sin tí", que lo superan todo, y me animan en mi nuevo hobby: la producción y edición de videos, así que ya tengo en la mira una filmadora que reponga la que se nos dañó, que por cierto no era mía sino de mi papá.

Por cierto, en el supuesto caso que alguien me esté leyendo, y con el fin de subir el raiting del video, toda la tribu estará muy agradecida si visitan el video en youtube, en el link:  http://www.youtube.com/watch?v=Ivd-VJyivjs



lunes, 12 de diciembre de 2011

Mucho más que lazos para el pelo





La Cristi llegó un día emocionada con cientos de cintas de colores en la mano a darme la noticia: “ Mami, vas a hacer lazos para venderlos con mis amigas y recaudar fondos para una familia sin casa!”

En la clase les habían pasado un video sobre una familia muy pobre que necesitaba ayuda porque su casa se estaba cayendo. Se les ocurrieron muchas actividades para recaudar fondos, y ese fin de semana harían una feria de dulces y lazos.

Contagiada con la emoción de esta chiquita, tomé un curso express en Youtube, y a los pocos minutos aprendí a hacer lazos de formas y colores increíbles, mientras ella me contaba la historia de la familia: La Sra. Carmen es una anciana que cuida sola a su bebé de 37 años, que no se puede valer por si mismo. Ella sale muy temprano a vender cabezas de pollo en una parada de bus, mientras su hijo la espera en una casa medio destruida. El plan: hacerle una casa segura para los dos y ayudarla en su negocio. 

Cuando llegó el día la acompañé al lugar elegido para la venta. Fue muy divertido ver a estas niñitas de 12 y 13 años con carteles llamando la atención de los conductores y parando los carros con las manos llenas de galletas, tortas, lazos, limonada, y una sonrisa de oreja a oreja que hacía casi imposible resistirse.


Todo fue un éxito, y junto con otras actividades que hicieron, lograron recaudar un total que superó la meta inicial.


Pero no todo terminó allí. La mejor parte llegaría un par de semanas después cuando nos invitaron a formar parte de la construcción de la nueva casa.

Estos son los restos de lo que fue su casa. Los niños no podían creerlo.



Luego los papás bajaron una por una las paredes de la nueva casa.....
.....el techo,

y mientras Andy pintaba, se acercaron los nietos de la Sra. Carmen a ayudar.


cuando por fin subieron a conocer la casa, sus caras de felicidad nos compensaron todo el día de trabajo. Los nietos le decían: "abuelita su casa es enooormeee"



Viendo alrededor de esta casa y escuchando a los nietos de la Sra. Carmen, recordamos que la situación de ella no es muy diferente a la de sus vecinos y familiares. Comparten mucho más que la "vista" de sus casas.





Ella es Mayomi de 2 años, la penúltima de 5 hermanos. Su hermana mayor de 9 años, estaba muy preocupada porque se descuidó y esta pequeñita se manchó la ropa con pintura.



La menor de todos tiene apenas 1 mes, todavía no tiene nombre, y llora sin parar.

Cada uno cuida al que le sigue, mientras sus papás se ganan la vida en un circo, en el número que mejor saben hacer: “la rueda de la muerte”.


Le pregunto a esta joven mamá de 26 años si lleva a sus hijos al circo con ella. Me responde que nunca quisiera que trabajen allí. En realidad yo me refería si los llevaba a "disfrutar" del circo, pero enseguida con su respuesta me quedo pensando que ellos no se divierten, es solo su peligroso lugar de trabajo. 


Antes de irnos, les preguntan a mis hijas: "¿Van a regresar? Queremos volverlas a ver!" Y ellas les responden: "Lo prometemos!"



Para mí, el verdadero logro no fue solamente que esta familia levantó de nuevo su hogar, sino que nosotros creamos lazos tan fuertes que nos recordarán siempre que es maravilloso ayudar a los más necesitados, no solo con bienes materiales, sino con compañía, solidaridad y esperanza. 







miércoles, 27 de julio de 2011

Mis múltiples Mascotitas Vol. 2 o Diario de una Perra

Si la teoría de la reencarnación se aplica a los animales, estoy segura que Macarena fue una perra bien perra en su otra vida.

Llegó a la familia como un acto de piedad, porque según me cuentearon mis hijitas, si no la aceptábamos se la regalarían a un amigo que  recién había  atropellado por accidente a su cachorrito, y claro, no podían permitir que caiga en manos irresponsables….

La Maca, fue separada de su mamá al mes de nacida, allí se definió su bipolaridad. 

Mezcla de labrador con no se qué, nos enamoró desde el primer día que la vimos, pero como el amor no es eterno para todos, a los cuatro días ya no la quería la mayoría, y nos tocó a la Cristi y a mí defenderla de las ganas de todos de hacerla desaparecer.

Cuando tomó confianza, empezó a destrozar zapatos, comerse las plantas, alterar a  la gata Campanita, clavarnos sus colmillos en los tobillos, vaciar el intestino siempre atinando fuera del periódico, y gruñirle con odio a la palabra NO. 

Entre periódicos sucios, Pinoklín, tierra de sembrado en la sala, y Campanita como la canción "flaca ojerosa cansada y sin ilusiones", cedí a la presión de buscarle un nuevo hogar con patio y jardines frondosos.

Elegí entre algunos candidatos que la querían, a una linda familia con hijas, patio y jardines frondosos. Así que, con el corazón partido, la entregué junto con su pañalera, sus juguetes y su lazo de mariposa.

La nueva familia le cambió el nombre a “Moca”, pero siguió siendo la misma “Maca” bipolar: tímida-cariñosa-ojitos dulces, y luego malcriada-furiosa-colmillos asesinos.

De todas formas me dio alegría cuando me la devolvieron luego de dos semanas! No puedo decir lo mismo de Toñito, que repetía sin cesar: “Dígale a su amiga que lo que se regala no se devuelve!!”.

Me leí todos los artículos de internet que explicaban que solo estaba en su etapa de cachorro, y así mismo es; y me vi todos los programas de Cesar Millán, que me enseñaron que debo prestar atención al mensaje “No lo haga si no es un profesional”, pagando caro mi error de querer ponerla patas arriba para que me obedezca.

El lado oscuro de la tribu no claudicaba en su ilusión de deshacerse de ella, así que pronto encontraron a un tercer dueño en su corta vida, y allí la vi irse una vez más con su pañalera y con un nuevo nombre: “Crack”.

El propio Toñito me la trajo de regreso, cuando se enteró que la pobre Maca-Moca-Crack no había comido en días por la pena, que le dieron encebollado de pescado, que la soltaron para que pasee sola, y que terminó en la clínica con suero luego de haber comido veneno de ratas.

Una vez más conmigo, empecé a hacer planes de trotar con ella en la playa, enseñarle que me traiga el periódico y que camine a mi lado disfrutando del mar. Todo tan imposible como enseñarle a cocinar y a arreglar la casa.

Sus alteraciones de conducta se hacían más graves al aire libre, gruñendo para que la suelte y atacando al que tenía más cerca. Primero fue a mis hijas a las que sacó corriendo aterradas. Yo insistí que solo estaba jugando y que eran unas exageradas, así que decidí demostrarles como se la paseaba, y regresé con la sangre chorreando de mi dedo del NO, y la camiseta rota. Entonces fue cuando la tarea del paseo recayó sobre el vago del guardián, que me dio bastantes horas de diversión desde el balcón.

Aceptando que teníamos suficiente con nuestras propias locuras familiares como para tener una perra agarofóbica y bipolar, acepté devolverla a su hogar inicial con sus padres. Allí descubrí que su mezcla de Labrador con “no se qué” era Pitbull.

Con pena, pero ya no tanta, me despedí de La Maca.
  
Por ese raro instinto maternal perruno, pensé todos los días en ella, y sospeché que de nuevo me necesitaba. Y como este hombre mío me ama tanto, me llevó a visitarla, y horrorizados vimos que era un saco de huesos, asustada y llena de pulgas y no se cuántos bichos mas. Apenas nos vio se abalanzó a nuestros brazos gimiendo y temblando, y por primera vez vi lágrimas en un animalito.

Aunque tenía tantas ganas de regresarla conmigo, no pude hacerlo, estábamos con el cambio de ciudad y ella necesitaba tranquilidad para recuperarse. Logramos dejarla en la casa de playa del hermano de Toñito, en donde no solo le dieron muchos cuidados hasta que se curó, sino también un hogar con amor, mar, arena, y espacio con jardines frondosos.

La fuimos a visitar hace dos semanas. Se abalanzó cuando nos vio, pero no con la mirada suplicante de “sácame de aquí por favor”, sino moviendo la cola y saltando de alegría. Se la veía hermosa, feliz, con su pelo dorado brillando.

Parece que el mar cura casi todas las locuras, porque se tranquilizó, aprendió a obedecer y a caminar por la playa a lado de su nuevo dueño. Puede ser que esté creciendo, aunque creo que está enamorada, porque la vimos a lado de un lindo labrador blanco que con cara de Justin Bieber buscaba nuestra aprobación.

Ojalá que la Maca haya cumplido su karma, y sea algún día muy feliz con su versión Bieber Labrador y con su propia tribu.