lunes, 1 de abril de 2013

Más peligroso que un tiburón


Este último feriado de Semana Santa fue disfrutado como todos los años por miles de turistas en las costas de nuestro país. Pero igual que todos los años, existen personas irresponsables, que se olvidan de lo que es vivir en comunidad, poniendo en riesgo a todo el que desgraciadamente se tope con ellos.

El sábado en Punta Carnero, unos 20 surfistas y bodyboarders disfrutaban de las olas, mientras las familias se bañaban con sus hijos hasta donde les daba la cintura. De repente la diversión de todos se cortó gracias a un atorrante que decidió utilizar el área de bañistas como escenario para su película imaginaria, en la que era el protagonista de hazañas a toda velocidad en una moto de agua.

Luego de varios minutos de verlo dar vueltas de ladrón y elevarse contra las olas, espantando a los niños ante las miradas incrédulas de los padres, me acerqué a un salvavidas que estaba en el lugar, y le comenté mi preocupación. 

El hombre me contó que el irresponsable individuo llevaba horas haciendo lo mismo, y cuando se le acercó a pedirle que se detuviera e intentar explicarle el peligro de su tontería, lo mandó a volar. Ante esto, llamó pidiendo apoyo a la marina, y cuando llegaron, el desubicado volvió a entrar al mar a toda velocidad, esta vez con dos amigotes más que le festejaron su gastado show.

Le pregunté por qué no lo detenían y su respuesta fue: “son hijos de papá”. 

Bueno, todos somos hijos de algún padre y madre. Algunos presentes, otros ausentes, algunos con valores y costumbres ejemplares, otros con malas mañas y peores acciones. También hay los hijos que hacen quedar mal a los padres, siendo unos completos imbéciles alejados de todo lo que aprendieron, por esa extraña mala jugada del destino llamada: genes, y por allí salta el aporte del abuelo loco, la tía floja, o el tatarabuelo de la madre que era un perfecto miserable.

En todo caso, tengan presente que, hasta en el paraíso llamado playa, estamos en peligro de encontrarnos con un inconsciente como el de las fotos que les dejo a continuación, amenazando con hacernos pasar una desgracia como la que vivió el cantante Usher el año pasado, cuando tuvo que enterrar a su hijo de 11 años luego de ser golpeado por un jet ski; o la tragedia que vive la familia de la chilena Daniela Robles de 18 años, quien murió hace dos meses por un golpe que sufrió en la cabeza al perder el control de su jet ski; o la pesadilla de los padres de Kenia Batista, quien fue encontrada flotando al día siguiente de desaparecer en el lago donde paseaba en su moto de agua, luego de ser embestida por otro aparato conducido temerariamente por un adolescente irresponsable.

Nadie desea vivir estas tragedias, ojalá todos hagamos algo al respecto.

Descripción de las fotos:

1.Para tener una idea de la velocidad a la que iba, comparen el tiempo que se demora un surfista en pararse en la ola (entre 1 y 3 segundos) con la distancia que ha recorrido el jetski. Luego, da una vuelta a toda velocidad para ir contra la ola en la que va el mismo surfista.



2. El salvavidas indignado luego de no recibir apoyo de las autoridades para detener al "hijito de papá" y sus secuaces. Luego de payasear otros minutos, los lerdos son embestidos por una ola que los manda de cabeza al agua. 
Se ve además lo cerca que están de la orilla y el reclamo de un surfista a punto de ser golpeado por la moto.



3. El lerdo mayor en acción, listo para ser identificado




jueves, 28 de marzo de 2013

Anécdotas en un bar



Debo confesar que no me gustan los bares, principalmente porque no bebo alcohol y cuando lo olvido lo pago con tremenda migraña. Tampoco le hago a las discotecas porque soy de bailar cualquier cosa con el pasito "take on me", al que mis hijas llaman "suicidio social". Pero en esta ocasión quisimos aceptar las múltiples invitaciones de nuestro amigo Mikel, y caímos en una discoteca-peña-bar-restaurant llamada "Sin".

La primera grata sorpresa de la noche, fue encontrarnos en el teclado con el buen amigo de la infancia de Toñito, el carismático y talentosísimo creador del "oh-oh-oh-oh-oh-oh-Ecuador!", David Cobo; en la bateria al maestro Willy Wong, y en la voz a una increíble cantante desconocida, que juraría que es la reencarnación de Janis Joplin. Una combinación perfecta, pero que solo fue el preámbulo de esta anécdota que estaba por cambiarnos la vida. 

A punto de terminar el show, le dije a David que toque "You may be right" de Billy Joel y lo animé (léase empujé) a Toñito al escenario para que la cante.

Pasado el primer minuto de desafine y nervios, se animó con los aplausos del público, los gritos de las fans (yo), y la alegría del momento, e interpretó la canción de maravilla, igualito como lo hace en el juego de American Idol y gana por puntaje mas alto, así!



Felices regresamos a nuestros asientos y nos sirvieron una ronda de cervezas cortesía de la casa.
De pronto me fijo en un señor que se levanta de la mesa de alado y camina despacio mirándonos y se va al baño. Regresa a los pocos minutos y en todo su recorrido nos mira y se acerca como dudando de hacerlo. Finalmente nos saluda en inglés y le dice a Toño que ha disfrutado mucho su interpretación y que permita felicitarlo. Toño sonríe agradecido y le dice que es la primera vez que canta en público y que espera no haberlo hecho tan mal.
El hombre lo escucha mientras intenta controlar los pucheros de su boca, hasta que finalmente no puede mas, y mientras se seca las lágrimas nos explica:

"Mi esposa y yo hemos viajado por horas en avión hasta acá. Estamos en Ecuador de casualidad, luego de un largo viaje terminando de cumplir una promesa que le hice a mi madre que falleció hace 10 días. Me pidió que recorra la tierra argentina de sus antepasados, y es lo que he hecho. Esto ha sido durísimo para mi, y es una página del libro que no podía cerrar.... hasta hoy. Mi madre amaba la canción que acabas de cantar, y mi recuerdo mas claro de ella es manejando en la carretera, con la radio sonando "you may be right", y los dos cantándola a todo pulmón. De pronto la vuelvo a escuchar y pienso: Gracias Dios, gracias madre".

Pasó de pronto un ángel, y la María mayor, Toñito y yo nos miramos como preguntándonos mutuamente "entendimos bien o nuestro inglés nos está traicionado?" mientras las lágrimas de agradecimiento y tristeza de este hombre nos hicieron levantarnos y abrazarlo, así sin mas.

Luego de digerir todo lo que había pasado, se sentó con una copa de vino, y nos pidió que ahora le contemos nuestra historia. Empezamos con la interesante forma en que nos conocimos, y continuamos con el deporte que amamos, las chicas menores que compiten, la María mayor que dejó el surf para siempre cuando a los 15 años una ola la mantuvo demasiados minutos bajo del agua, y bla bla bla, cuando de pronto vemos a Robert (así resulto que se llama) ladear la cabeza, sonreír y secarse otra lágrima.

Ok, pensamos: Este vino que esá tomando lo ha sensibilizado demasiado, que pasó ahora? 

Nos cuenta que nació en Hawai y su pasión por el surf la tuvo al igual que nosotros toda su vida, hasta el 2009.... se levantó el boardshort y nos enseña la prótesis que empieza en su rodilla. Los tres idiotas preguntamos al mismo tiempo "shark attack?", y entre risas nos contesta: "Bueno fuera! imagínense lo interesante que sería la anécdota!"
Y continúa: "Me dijeron que antes de regresar a nuestro país, vayamos a Ecuador que es hermoso y con muchas playas, así que llegamos a un hermoso hostal (de la reencarnación de Joplin), y nos fuimos de paseo a Canoa en donde me dijeron que podría surfear. El problema fue que mientras entraba al mar, me cayó una ola encima y me arrancó la prótesis, asi que tuve que regresar remando con la pierna sobre la tabla, ante el terror de los bañistas y las carcajadas de mi mujer. Quiero pedirte que me ayudes a pararme de nuevo en una tabla, te lo agradecería toda la vida"

Luego de los abrazos, las risas, los intercambios de mails, promesas de volvernos a ver y más anécdotas, se despidió de nosotros con estas palabras para la María mayor mirándola a los ojos: "Prométeme que vas a volver a surfear, que no te vas a dejar vencer por el miedo como yo no me deje vencer por esta prótesis. Te aseguro que tu gran ola aún no ha llegado, pero cuando sea el momento, serás la mejor en correrla, lo harás superando todas tus expectativas y las de los demás, y siempre serás un orgullo para tus padres"

Nos tomamos las últimas fotos antes de despedirnos, esperando que sea hasta muy pronto!!


jueves, 21 de febrero de 2013

Las mejores lecciones

Siempre he dicho que la playa me trae solo cosas buenas, tal vez una que otra no tanto, pero las buenas son tantas que son las que realmente importan. 

Alguna vez vi por el malecón a un hombre cincuentón que me llamó la atención, y aunque siempre me he creído la gran "sin prejuicios", debo reconocer que pensé: "Uy! y este loco de dónde salió?".
Ahora que lo pienso bien, no fue su facha, ni su cabeza afeitada, ni sus rodilleras y coderas acompañadas de un skate como poco convencional medio de transporte, sino su cara tan seria y dura, como la de alguien acostumbrado a las miradas incómodas de tanta gente que se cree normal, así como yo.

Pero, igual como me sucedió años atrás con mi buen amigo Mark, descubriría a una singular persona, desinteresada, comprometida y noble.

Todavía no sé mucho de su historia y eso lo hace mas interesante, así que lo poco que conozco de él, lo voy a compartir arriesgándome a crear una leyenda urbana, porque si algo aprendí con la partida de Mark, es que a los amigos se los valora, agradece y celebra en vida.

Esta anécdota empieza cuando la María mayor quiso aprender Stand Up Paddle (SUP), que consiste en una tabla grande que se guía de pie con un remo. Es un deporte que es incluido como categoría en muchas competencias de surf, y tiene también su propio mundial. El hecho es que nada de esto le importaba a la niña sino que, al estar lejos de sus clases de crossfit, quería practicar algo que no bote por la borda sus meses de "tonificación muscular", y nada mejor que el SUP para poner a trabajar brazos, piernas y abdominales (según lo que veo de lejos).

Entonces las preguntas que surgieron fueron Dónde y Quién da estas clases?... Y así fue es como Mykel llegó a nuestras vidas.

Preguntando por allí y por allá, esto fue lo que saqué como conclusión antes de llamarlo:
Hombre solitario, amante del mar y la naturaleza, solo habla inglés y cuando intenta hablar español nadie le entiende, es ecuatoriano de nacimiento pero vivió toda su vida en algún lugar de Estados Unidos, en dónde dicen que tiene tiendas de surf que le permiten vivir de las rentas en este pedazo de mundo. Cuenta la leyenda que piso por primera vez Ecuador hace no mucho por el fallecimiento de un tío, y se quedó tan enamorado de la playa que aquí echó raíces. 

Este hombre misterioso es tan generoso con la pasión que tiene por el SUP y el océano en general, que dedica horas de su tiempo a enseñarle este deporte a quien vea interesado en aprender.

Pero sus clases van mucho más allá de subirse en un lindo paddle board de colores brillantes.
Con una paciencia de padre sabio, trasmite todo lo que sabe sobre equilibrio, coordinación, concentración  y perseverancia, para luego, una vez que está con sus alumnos en la mitad del mar, enseñarles a respirar, ver y sentir a la madre naturaleza. 


Los que no se enganchan, regresarán a la orilla pensando en las anécdotas que contarán de este personaje tan "excéntrico", mientras averiguan donde comprarse su propia tabla para verse fashion, en cambio, los que  logran conectarse con su energía, regresaran siempre al mar con los sentidos afinados y una funda vacía que llenarán con los desperdicios que otros dejan descuidadamente atrás. 

Muchos que lo conocen más de cerca dicen que está medio loco, pero Quién no lo está?


jueves, 1 de noviembre de 2012

El Tiburón Volúmen 2



Hace un par de años, reunidos con unos amigos, vodka va vodka viene, gastados todos los temas de conversación, los chismes y los chistes agrios, salió por ahí un: "contemos historias de miedo".

Como mi leyenda estrella es "El piso 13 de El Tiburón", la conté de principio a fin asi igualito como está en el post anterior. La cara de uno de nuestro amigos en particular empezó a cambiar conforme iba avanzando mi historia. Pero no era el miedito mezclado con duda y curiosidad acostumbrado, no, era terror verdadero.
Cuando ya no pudo mas, me interrumpió y a punto de llorar, nos contó su experiencia, la cual había pasado desapercibida hasta ese momento.

Nuestro amigo, que dicho sea de paso es bastante confiable, estaba sobrio y nunca se lo ha cogido en una mentira seria, empezó con su relato.

Unos años atrás, él y tres amigos más decidieron a última hora salir de Guayaquil y caer en una fiesta esa noche en Salinas. Como no habían planeado nada, hicieron un par de llamadas y consiguieron que una amiga les preste la llave del departamento de la familia, advirtiéndoles que seguramente estaría con mucho polvo, y medio descuidado porque no iban en años.

Los chicos viajaron a Salinas, llegaron a la fiesta, se divirtieron a mas no poder y a las tantas de la madrugada llegan al departamento prestado.
En ese momento se dan cuenta que ninguno tenía las llaves, y después de echarse la culpa entre ellos y quejarse porque ninguno quería dormir en el carro, pensaron que de pronto el guardián tendría una copia.

Entran al edificio, le cuentan al parco y callado guardián lo que les pasó, y éste sin contestarles nada, con cara inexpresiva de acostumbrado a tanto hijo de papá borracho pidiendo lo mismo cada vez y cuando, los llevó al ascensor, bajaron en el piso indicado, les abrió la puerta y así igual de parco, se dio media vuelta y se fue. 

El departamento estaba en la oscuridad total, pero muertos de sueño como estaban, no le dieron importancia a la falta de luz, y cayeron secos dormidos, cada uno donde pudo.  

Horas después, cuando se fueron despertando, se dieron cuenta que el curioso departamento estaba decorado como las típicas fiestas de Halloween: cabezas de muñecas colgando de las lámparas, telarañas por todos lados, botellas a medio tomar, vasos en el piso, y extrañamente las paredes pintadas de negro.

Bajaron con la idea de ir a desayunar un ceviche donde Victor Andrés, mientras comentaban la buena farra que los dueños del departamento se habrían pegado, cuando al llegar al lobby del edificio, se topan con el guardián de la mañana que los increpa sobre quienes eran y qué hacían allí.

De nada sirvió explicarle que se les perdieron las llaves y el guardia de la noche los ayudó a entrar, porque resulta que el hombre con el que hablaban les indicó que él había estado toda la noche, que nunca los había visto antes, que ninguno de los guardias tienen llaves de los departamentos, y que llamaría a la policía porque seguramente eran pelafustanes que se metieron a un departamento sin autorización!

Los chicos se fueron indignados porque la duda ofende, y solo se les pasó el coraje con el ceviche.

Ya en Guayaquil, nuestro amigo confiable nos cuenta que fue a la casa de la amiga, a pedirle disculpas por perder la llave, ofrecerse a pagar por una nueva, y para "romper el hielo" hizo chiste de lo increíble y divertida que es su familia por decorar el departamento con tanta creatividad.
La amiga con cara "de pocos amigos" le preguntó si estaba borracho? que el departamento era de su abuelita católica, apostólica y romana, y que jamás se le ocurriría hacer "farra de Halloween". 

Aquí es cuando nuestro amigo entra en shock y antes de colapsar del terror nos cuenta que el departamento de la amiga era el 12 A y ellos habían dormido en el 13 A, algo que le pareció una simpática confusión, hasta oír mi historia, unir cabos, y vomitar todo el vodka.

Quién era el callado guardia que los guió al piso 13, les abrió la puerta y desapareció? Acaso el MINOTAURO disfrazado de hombre?  Un misterio sin resolver.

P.D. La foto no tiene mucho que ver con la historia, pero me gustó el tétrico muñeco, igualito a las cabezas colgadas de las lámparas. 
Fue tomada en una casa abandonada de Playas.... tal vez sea el comienzo de otra leyenda.

miércoles, 31 de octubre de 2012

El piso 13 de El Tiburón


La mayoría de los guayaquileños asiduos a Salinas, sabemos muy bien que el edificio Tiburón es uno de los más antiguos de Salinas, que es el mas alto de la península, y que no tiene piso 13. Pero pocas, poquísimas personas, conocen la leyenda que encierra este emblemático edificio.
Siendo propicia la fecha, y en honor a que hace exactamente 26 años la escuché por primera vez, he decidido contarla sin fogata ni linterna en mano.
Pero primero lo primero.
Erase un 31 de octubre de 1986, cuando 6 pre adolescentes aburridos nos sentamos en el parque de Las Dunas a contar por turnos historias de miedo. La Dama Tapada y el Tintín eran un chiste para nosotros que estábamos acostumbrados a "Poltergeist", "Aliens" o "A nightmare on Elm Street", así que cuando alguien insinuó algo acerca de la leyenda del edificio, conspiramos entre todos y nos llevamos la Blazer de mi papá, derechito con rumbo a Chipipe y parqueamos frente al edificio El Tiburón.
Cuenta la leyenda, que hace muchos años, cuando el país estaba militarizado, el sobrino de un altísimo mando del ejercito, dio tremenda fiesta de Halloween un día como hoy.
El piso 13 se convirtió en un terrorífico escenario, en donde desfilaban brujas, diablos, y monstruos rodeados de pastillas y polvos mágicos. 
Ya entrada la madrugada, apareció un magnífico minotauro, dejando a todos los aún conscientes, perplejos por tan perfecto disfraz.
Mientras se preguntaban quién estaría debajo de ese atuendo, los ojos del minotauro se prendieron como el fuego, y enfurecido se fue encima de los invitados con patadas y golpes certeros que acabaron con la vida de algunos.
Los mas valientes que escaparon de la masacre lograron acorralar a aquel monstruo, pero de un salto se lanzo por el tragaluz de la escalera y desapareció ante la mirada atónita de todos.
Nada se publicó. Se logró callar a la prensa y mantener el honor de la familia intacto, ya que los militares no creen en aparecidos, sino en secuestradores y sicarios en medio de una orgía matizada con drogas y rock & roll.
La leyenda dice que por lo menos uno murió de severos traumatismos y otro se lanzó del balcón huyendo del minotauro, convencido de que su traje de Superman lo haría volar.
En todo caso, cierto o no, los dueños del departamento ordenaron tapiar ventanas y puertas, pintarlo íntegramente de negro en señal de luto, y clausurar el ascensor para que jamás volviera a detenerse en el piso 13.
Y al llegar a este punto de la historia, aterrados como estábamos, dentro del carro, con los vidrios arriba y los pelos de punta, salió la famosa frase: "Te apuesto a que no subes a ver si es cierto que no hay piso 13"....cuando de pronto, y esto si lo aseguro porque fui testigo presencial, juro por mi vida que escuchamos 3 golpes durísimos en el parabrisas. Cuando nos viramos, acompañados del justificado griterío, habían tres burbujas enormes chorreando en el vidrio. Siguieron los gritos ensordecedores acompañados de un : "Es la baba del minotaurooo"
No sé cómo no morimos ese día, de terror y de imprudencia, con el pobre chiquillo que apenas sabía guardar el carro en el garaje, manejando despavorido a 160 kms/h , mientras los pasajeros gritábamos y llorábamos aterrados.
No sé exactamente qué fue lo que cayó en el parabrisas, no sé que parte de la leyenda sea verdad, no me acuerdo ni siquiera quienes estábamos en el carro ese día aparte de mi hermano y yo.
De lo que si estoy segura es que esta historia logró dejarme sin dormir muchos años, me dio horas de diversión en las fogatas, y me ha mantenido alejada de aquel edificio.

Sin embargo, desde la playa, a una distancia bastante prudencial, veo que extrañamente siempre se posan un par de gallinazos en el piso 13 mientras los demás dan vueltas alrededor, como oliendo la muerte cerca.

martes, 23 de octubre de 2012

La Mueblería


Esta es una historia real, basada en algunas fuentes fidedignas y otras no tanto: mi intuición que suele no fallarme, hechos de los que fui testigo, chismes de los vecinos, y crónica roja de un periódico de pueblo.
Por lo menos tres veces a la semana paso por este lugar, y no dejo de pensar en todo lo que dicen las fuentes antes mencionadas que allí sucedió, así que ya no me aguanté las ganas de compartir la historia.


Todo empezó hace unos 13 años, cuando buscábamos muebles para nuestra nueva vida en la playa. Con poco presupuesto y hartas exigencias (como todo personal de clase media que se respete), encontramos una mueblería de bonito nombre y buenos acabados.

El hombre que nos atendió se identificó como el dueño, y aunque en ese momento no me llamó nada la atención en él, dados los hechos que sucedieron después, recuerdo algunos detalles: feucho, manos duras llenas de callos, cortes y goma, treintañero, pausado al hablar y con la cabeza medio agachada esquivando la mirada. Me pareció bastante tímido, pero como no lo quería para marido sino para ebanista, pusimos en sus manos varias fotos de camas, aparador, bufetero y otras cuantas cositas que debían quedar IGUALITAS a las fotos, y con los materiales ofrecidos.

Y así fue que, mientras iba, me le instalaba, lo presionaba para que no se pase de la fecha, lo hacía cambiar colores, materiales, y muchos etcéteras de mi adorable personalidad, vi entrar un día al taller a una atractiva rubia, altísima, flaquísima, de grandes ojos azules y nariz perfilada, que pensé sería una modelo-cliente, pero resulto ser la callada y seria esposa.

Mis visitas al pobre hombre se hicieron muy seguidas, pero la verdad es que me importaba más la historia detrás de ese matrimonio que la litera donde dormirían mis hijitas.

El día que le escuche el acento colombiano a la mujer, y la vi entrar de la mano con un chiquito igualito al padre, me armé la historia en mi cabeza, la cual incluía interés económico, la búsqueda de una vida tranquila lejos de la guerrilla, fallas de la píldora, etc.
Cuando casi estaban listos mis muebles, apareció en escena otra rubia, pero esta en cambio curvilínea, alegre y con la cumbia en la piel. Ahora la historia en mi cabeza tenía nuevos ingredientes: barra, frontera, sin papeles, triángulo amoroso.


Para mi mala suerte me entregaron los muebles y ya no tuve pretexto de atormentar al hombre con mi presencia diaria, así que se quedó truncada mi historia, pero solo unos cuantos años.

Quien diría que media década después me enteraría de casualidad de los hechos macabros que se dieron en esa mueblería, algo que hubiese sido un buen argumento para mi novela policíaca, si supiera como escribir una.

Cuenta la leyenda que esto fue lo que pasó:


La rubia flaquísima efectivamente era la esposa que se casó con el ebanista, ella por interés y él por pantalla, y viendo que el negocio era próspero, mandó a ver a su hermana, la rubia curvilínea, para que la ayude a sacarle plata a su trabajador y tacaño marido.

Un día llega de visita el mejor amigo del ebanista, visto con malos ojos por las coloradas, no solo por no perder la costumbre típica de las mujeres contra los amigotes de nuestros esposos, sino porque lo nombraron Contador, y empezó a ajustar a las botarates estas. Macro error.

Así empezó la cruenta pelea de todos los días en los que se inculpaban mutuamente faltantes de dinero, amenazas de “o él, o yo” y viceversa. Sí, leyó bien, parece ser que el mejor amigo y Contador, compartía mas que el Debe y el Haber con el ebanista.

Llegó la noche en que la esposa no pudo soportar mas la humillación, empacó sus maletas, cogió al muchachito y se despidió para no volver. Eso sí, amenazando que de no recibir una buena cantidad por su silencio, lo suficiente para rehacer su vida en alguna isla caribeña, que el muchachito vaya a una buena universidad, y la renovación semestral de ropero, divulgaría las preferencias del esposo a diestra y siniestra, con aumentos coloridos y todo.

El ebanista no soportó las amenazas, ni que se lleven a su pequeño sucesor ebanista en proceso, y en un ataque de ira descontrolada, sacó un revólver y le propinó un par de balazos a la rubia flaquísima.  

Aterrado y arrepentido de ver muerta a la madre de su retoño, decidió acabar con su vida allí mismo, junto al cuerpo inmóvil de su esposa.

Pero como la vida es así, tan extraña que parece película, la historia tuvo otro final.

Resulta que los vecinos alertados por los disparos llamaron a la policía, a la ambulancia, a los periodistas, a las comadres, etc, y cuando llegaron todos, comprobaron la muerte instantánea del ebanista, pero la chica aún estaba con vida, la llevaron a la clínica, se recuperó de sus heridas y se fue sin rumbo fijo cuando la dieron de alta.

No sé más, me hago mis historias sobre la flaca y su nueva vida, el niño y sus traumas, el local de la mueblería que hoy es un Centro de Culto Evangelista, y nada tiene final feliz, asi que mejor relato lo que sé, porque lo que me invento termina siendo muy parecido a la realidad.