viernes, 3 de julio de 2009

Oliva y su paso por el quirófano


Por lo general, nos proponemos adelgazar por estética o por salud. Pero yo conocí a alguien que quería a toda costa engordar. Entonces no me di cuenta, pero el tiempo me demostró que estaba bastante loca. La vi el otro día. No quiero ser mala, aunque se lo merece, pero parecía un travesti. Y no es que tengo nada en contra de los travestis, pero es trágico parecer uno sin serlo ni quererlo ser...¿o no?
Todo se remonta a unos años atrás, más de 20. La conocí en el colegio, y de una hicimos pata, como diría mi papi, para la maldad…esa parte de la historia no es la que quiero contar, así que no me desviaré, por esta vez.
Digamos que se llamaba… Oliva. Esta chica era flaaaaca, aaaaalta, con unos pies enooormes, pero aunque la descripción lo haga parecer, no era fea. Era mas bien guapa, siempre con el último grito de la moda encima, además, en ese entonces ya tenía nariz nueva, asi que no puedo dar fe de que tan fea era la anterior. Lo cierto es que esta chica, Oliva, tenía un complejo terrible por su condición, y no ayudaba en nada que haya estado siempre alado de ella, con mi metro cincuenta y ocho SIN plataformas de aquel entonces. Oliva empezó a tomar cuanta vitamina cayera en su boca con la fiel promesa de engordarla, y nada. Comía sin ganas y más de la cuenta, y nada. Se ponía ropa con relleno, dos tallas más grande, y nada. Así que un día comenzó a inyectarse unas substancias extrañas. A mí me decía que eran vitaminas inyectables, pero al poco tiempo comenzó su transformación. La voz le cambió, la cara se le engordó, los hombros se ensancharon, las piernas se engrosaron y no había Gillette que aguante.
Un par de años después se aumentó exagerada y notoriamente algunas partes de su cuerpo, empeorando el resultado y alejándose para siempre del molde inicial. Típico que cuando vemos a una persona todos los días no nos damos mucha cuenta de los cambios de a poco, y eso fue lo que me pasó.
Asi que no me había dado cuenta de la grave transformación de mi amiga Oliva, hasta que un día, en una reunión en mi casa con un muy variado, divertido y alternativo grupo de amistades, uno de ellos me pidió que le presente a mi “amigo”. Yo miré hacia donde apuntaba Cupido, y no veía a nadie más que a Oliva.
Allí fue cuando lo entendí. Mi amigo se refería a “ella” como “él”, y aunque al principio me hizo gracia porque pensé que me estaba molestando, luego de tanta insistencia para que se “lo” presente, me di cuenta que era en serio.
Mi amigo estaba seguro de que se trataba de un travesti que durante muchos años me había engañado fingiendo ser mi amiga.
A las finales no estuvo tan equivocado, porque amiga, amiga en el propio sentido de la palabra, resultó que no era, y hoy, luego de un par de decenas de años, está mas varonil y sola que nunca.
Oliva, Michael, producto de nuestra zoociedad? O simplemente portadores de una psicopatía de esas que hay hartas?
…Me quedo con mis arrugas, cuando las tenga pues. Los gordos se me han de ir cuando deje de comer pan de chocolate con macadamias, o cuando me regalen una caminadora. He dicho.

3 comentarios:

  1. Sandra! casi me pierdo este escrito... Creo que en todos los libros de superación, se recalca mucho el "aceptarte como eres"... Y es muy cierto, en vez de querer verse como algo que uno no es, sería bueno cultivar y modificar otro tipo de cosas, como la moral (para bien) y el crecimiento espiritual...
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. totalmente de acuerdo Isabelita, esos son los cambios que generan cambios positivos a tu vida. Los otros, como podemos ver, ni duran ni enriquecen.

    P.D. para que no te los pierdas puedes hacer click en "seguidores"...alli estarás siempre con las actualizaciones jejeje :D

    Un beso

    ResponderEliminar
  3. La analogía es perfecta, y no sólo por la delgadez: Oliva (la Oliva original) también parece travesti

    ResponderEliminar

un café siempre da de qué hablar...