
Después de una sesión de fotos llenas de olas y mucho frío, nos fuimos toda la tribu a ver Karate kid. Estuvo bastante bien porque la verdad no me acordaba de la primera versión (hace tanto fue?) pero igual saltó la duda de aquel entonces: Por qué se llama Karate kid si lo que practican es Kung Fu… ¿será para que no suene Kung Fu Panda Kid? No sé. En todo caso nos divertimos tirando hielos, hablando como chinos y cosas similares que solemos hacer en el cine.
Al final, cuando salieron las letras, nos quedamos viendo las fotos de la película detrás de las cámaras. Se veía a un Will Smith bastante chocho, y a mí la lágrima se me caía. Me imaginaba a mis Marías haciendo lo suyo y yo allí orgullosota.
Todo mi película mental se interrumpió con un: “Mami no vayas a buscar en Twitter a Will Smith y escribirle felicitándolo por el hijo, qué vergüenza!”; y un peor: “Mami, dejaron solita a esta niñita…” Miré intrigada, y me di cuenta que solo estábamos nosotros y ella en la sala vacía del cine. Era una niñita de unos 7 años que seguía comiendo su canguil divertida. Le preguntamos su nombre y dónde estaba su mamá, pero solo repetía mirando a la pantalla algo que sonaba como “se acabó”.
Decidimos esperar unos minutos acompañándola porque seguro llegarían pronto por ella, pero nada. Pasaron más de 20 minutos, y decidí que era tiempo suficiente para que la mamá o el adulto que esté con ella saliera del baño! Pero nada, seguíamos allí frente a la pantalla gris.
De pronto la niñita se levantó y nos dijo “chao”, y todos saltamos como resortes atrás de ella. No podíamos dejar sola a esta pequeñita.
Sutilmente la tomé de la mano y le dije que me quedaría con ella hasta que llegue su mamá, aunque para mi sorpresa, me soltó la mano, me dijo “chao” y siguió caminando hacia la salida del cine.
Miré para todos lados buscando a alguien desesperado con cara de padre irresponsable al que se le perdió la hija, pero nada.
Así fue como los cinco comenzamos a seguir a la niñita por el centro comercial a ver hacia dónde iba, hasta que entró en un local y salió una señora a recibirla con una sonrisa y un gracias….¿gracias? ¿Cuándo me pidió que le cuidara a la hija? Ya iba a descargar mi ráfaga sobre ella cuando la chiquita me abrazó fuerte y así se quedó un buen rato… luego fue a hacer lo mismo acompañado de besos para cada uno de la tribu. La mujer nerviosa (por mi cara supongo) nos explicó que la nena era su sobrina de Quito que estaba de visita, que se le complica cerrar el local para llevarla al cine, que todos los del cine ya la conocen, que ella se conoce el centro comercial de principio a fin, y que siempre hace lo mismo. Y a mí no me entra en la cabeza cómo dejan sola a una niñita tan pequeña en un cine.
Aprendí algo de ella ese día, fue mucho más autosuficiente que muchos niños, incluso mayores, y me avergüenza haber dado por hecho que, por su condición (síndrome Down), no sabría a dónde ir.
Esta vez ella tuvo un final feliz, como la película.