Casi un mes antes del mundial, se
concentró a la selección ecuatoriana en un hotel de Salinas para los
respectivos entrenamientos, y esta vez no permití que mis hijas se hospedaran
sin mí en la habitación destinada a las mujeres del equipo. Estoy curada de
espanto.
El equipo conformado por 12
seleccionados menores de 18 años (8 hombres y 4 mujeres) estuvo dirigido por un
cuerpo técnico bastante grande: 1 sicólogo poeta, 2 entrenadores físicos, 2
técnicos de surf, 1 fisioterapista, 1 nutricionista, 1 masajista, 3 profesores
de yoga, 1 camarógrafo, 1 fotógrafo y 1 team manager. Extenso equipo.
Entonces la pregunta del millón es
¿Por qué ningún adulto del cuerpo técnico multidisciplinario pudo detener a
tiempo los graves abusos que cometió uno de los seleccionados? Ah, es que nunca
los vieron, entonces voy a repasar lo que mi súper vista de rayos X y mis
poderes extrasensoriales pudieron captar.
Todo empezó cuando al mayor de los
seleccionados se le ocurrió que sería divertido escaparse del hotel, arrastrar
con él a tres menores de 15 años, llevarlos a una discoteca-bar-karaoke, darles
alcohol y regresar tambaleando pasadas las 2 de la madrugada. Para mala suerte
del grupo, uno de los adultos del cuerpo técnico multidisciplinario, alertado
por uno de los seleccionados que se rehusó a ir y al que el seudo-líder le robó
una caja de preservativos para ir completamente armado a la
discoteca-bar-karaoke, los descubrió in-fraganti cuando regresaban de su
aventura. Para buena suerte del grupo, el adulto les creyó que llegaban del
cine, y posiblemente sufra de sinusitis que le impidió percibir el olor a
alcohol, tan fácil de confundir con el del canguil de cine a las 2 am.
Al no ser reportada esta
indisciplina, el seudo-líder se sintió ingobernable, y volvió a escaparse el siguiente fin de semana,
arrastrando a un nuevo grupo, esta vez sin ser descubierto por ningún adulto
del cuerpo multidisciplinario, pero si pescado con fotos comprometedoras en las
redes sociales, muy entrada la madrugada y con bastante alcohol de por medio.
El foco de su indisciplina entonces
se centró en sus compañeros más pequeños y vulnerables. Sí así es, el famoso y
tan palabreado bullying llegó a nuestra selección nacional. Pero, ¿Por qué los
afectados no le dijeron nada a ningún adulto del cuerpo técnico
multidisciplinario? Verán, así tan fácil no funciona la cosa, sino no existiría
el bullying, así que sepan que hay que tener poderes mágicos para descubrirlo.
Era un día de playa con intenso sol,
cuando vi llegar al bus de la selección. Todos bajaron uno por uno y caminaron bajo
40 grados de sol intenso por 400 metros de arena hasta el lugar del
entrenamiento. Me llamó la atención ver al más pequeño del grupo, al que
llamaré “Y”, quedarse al final con el peso de su mochila en la espalda y dos
tablas debajo de los brazos.
Al final de la jornada de
entrenamientos fui a recoger a mis hijas al hotel, cuando de pronto el pequeño “Y”
se sube a mi carro, cierra la puerta con seguro, y me ruega quedarme con él hasta que lleguen sus padres a recogerlo. No me demoré mucho en convencerlo de
contarme lo que estaba pasando: el seudo-líder había empezado sus abusos contra
él. Si no le cargaba su tabla, si no obedecía, si le contestaba o si pedía
ayuda, lo golpeaba, llenaba su mochila de arena y le rayaba con marcadores
obscenidades en la tabla. Una tarde lo había agarrado de los tobillos sumergiéndolo de cabeza en la piscina del hotel, tantas
veces, que el pequeño al tragar agua y sentirse asfixiado me dijo que pensó que
moriría.
Nadie del cuerpo técnico
multidisciplinario escuchó sus gritos ni vio tal repulsiva escena, tampoco lo
vieron cargar tablas que no eran suyas, ni caminar cabizbajo.
Hablé con su padre y me tocó impedir que
masacre al seudo-líder, aconsejándole que mejor hablara seriamente con los entrenadores
y les exija atención.
La descarga de mal comportamiento del
seudo-líder se amplió y llegó a los entrenamientos: surfeando hacía lo que le
daba la gana y no lo que le ordenaban; en las clases de yoga su cuerpo arrojaba
sonoros e insoportables gases casi tóxicos; el hotel empezó a quejarse de su
incivilizado comportamiento hacia sus empleados y bienes inmuebles; empezaron a
desaparecer las pertenencias de sus compañeros, y las burlas siguieron subiendo
de tono sin control alguno.
Por otro lado, vi en dos ocasiones
como un miembro del equipo técnico multidisciplinario, le entregaba las llaves
de la furgoneta donde se movilizaban los menores de edad, a una niña de 15 años
que salió manejando hasta el hotel, y en otra ocasión, otro miembro del equipo
técnico multidisciplinario le dio las llaves al seudo-líder para que le
manejara su carro, cual chofer.
Con todos estos antecedentes, indisciplina,
y nulo control, preocupada por mis hijas y los chicos que estaban sin padres en
la concentración, empecé a quedarme más tiempo en la playa cerca de ellos.
Una mañana de entrenamiento en la playa,
escuché un fuerte golpe y enseguida vi salir del agua con la tabla partida en dos a uno de
los chicos, un jovencito de Manta que conozco hace años y le diré “Z”. Su padre
es uno de los pocos fabricantes de tablas en el país, y ese fue un regalo que
acababa de enviarle para que estrene en el mundial.
“Z” salió del mar aguantándose las
ganas de llorar, con sus dos pedazos de tabla en las manos, cojeando, en medio
de las carcajadas y burlas del seudo-líder.
Me acerqué a “Z” y vi que tenía
lastimada la rodilla por el golpe, y cuando empecé a consolarlo por su tabla
rota, estalló en un llanto incontrolable y casi no le entendí lo que me decía.
Cuando pudo hablar, me dijo que no aguantaba ni un minuto más estar en el
equipo, que solo quería regresar a su casa. Allí me enteré que desde hace
semanas era otra víctima del seudo-líder, que encontró en el incidente de la
tabla partida, una excelente oportunidad para darle rienda suelta a sus insultos,
y entre sonoras carcajadas dejarle claro lo que para él valía la tabla, el
padre que la hizo y el hijo que la rompió.
La playa estaba llena de gente, con
el equipo técnico multidisciplinario casi completo. ¿Es que a nadie le importaba
o yo era la única con súper poderes para darme cuenta de la situación?
Fui directo donde el team manager que
estaba a pocos metros conversando con el psicólogo poeta, y le dije lo que vi,
comprometiéndolo a que pare inmediatamente los abusos del seudo-líder.
Lo que sigue me lo contaron. El team
manager efectivamente habló con el seudo-líder, luego con todo el equipo, y les
dio charlas del respeto, solidaridad y demás valores que se deben tener, pero
que a estas alturas ya estaban demasiado perdidos.
No sé cuáles fueron los compromisos,
si es que existió alguno, pero obviamente no fueron respetados, porque casi
inmediatamente después del sermón, el seudo-líder arremetió con más odio contra
“Z”, y se enfrentaron a puños y tablazos en la mitad de la playa. Esto me lo
contaban los chicos de la selección cuando me parqueé en la playa a recoger a
mis hijas, mientras en mi cabeza solo pensaba en tomar la decisión de sacarlas
de ese ambiente tan hostil.
Pero las cosas dieron un giro
inesperado. Una de mis hijas entró al carro llorando y diciéndome: “Mami, no lo
aguanto más, a mí también me pegó”. Apenas recuerdo algo más de lo que me dijo
en ese momento, solo salí del carro y lo encontré parado frente a mí. No pensé
ni dudé, simplemente lo abofeteé y le dije que se había metido con las niñas
equivocadas.
Finalmente el Team Manager tomó la
decisión de sacar de la selección del mundial junior al seudo-líder, algo que
levantó tempestades y trajo cola.
Algunos miembros del cuerpo técnico
multidisciplinario no apoyaron la decisión, considerándola exagerada, y en
lugar, pedían lo que consideraban justo: que mis hijas sean sancionadas y
retiradas del mundial, ya que por ser menores de edad, deberán pagar los platos
rotos de la “agresión física” que su madre propinó al seudo-líder.
Parece que su concepto de justicia no
era el mismo que el del team manager, y las cosas quedaron así: el seudo-líder
fuera del mundial, y la madre (o sea yo) privada de asistir a las
concentraciones del equipo en el hotel, decisión que agradecí porque me libró
de compartir con indeseables.
Antes de que el seudo-líder abandonara
el hotel, los chicos revisaron su maleta y allí encontraron sus pertenencias
extraviadas.
La armonía regresó al equipo a solo
tres días de empezar el mundial. Los chicos por fin pudieron desahogarse,
relajarse y disfrutar de esta única experiencia que recordarán siempre.
Pero aquí no termina todo, parece que
el presidente de la Federación Ecuatoriana de Surf no estuvo muy contento con
la decisión, y en reunión de directorio de la semana pasada, decidieron
sancionar a mis hijas por los bochornosos hechos ocurridos, y en virtud de
evitar “actos violentos ajenos a nuestro espíritu deportivo”, prohibirlas de
presentarse a las siguientes fechas nacionales de surf, misma sanción que le
impusieron a su agresor.
Textualmente la resolución dice: “Frente al
hecho inédito que ocurrió en la playa, sitio de entrenamiento del Seleccionado
y como consecuencia de la necesidad de prevenir actos de violencia que nos son
naturales de una actividad deportiva, el Directorio de la Federación Ecuatoriana
de Surf resuelve la suspensión temporal de los deportistas, entendiendo que la
madre de las deportistas es la representante legal y sus actuaciones afectan
gravemente el entorno de la Federación Ecuatoriana
de Surf, de sus selecciones y del ambiente que siempre debe tener espíritu deportivo
ajeno a este tipo de conducta que lesiona la estructura deportiva que nos ha caracterizado.
Por
unanimidad el directorio aprueba:
1.
Suspensión temporal al Deportista (nombran al seudo-líder) y a las deportistas
(nombran a mis hijas, no solo a la agredida a quien defendí, sino que para
hacer más ridículo el show, a las dos) por ser menores de edad y su
2. representante
la Sra. (yo) madre de las antes mencionadas deportistas, desde la presente
Fecha del Circuito Nacional de Surf 2014, provisionalmente para precautelar la
integridad y la seguridad en los eventos deportivos de la FES.
3. Que se
notifique a las partes para que presenten sus descargos y apelación pertinente
a estas medidas precautelares y suspensiones provisionales.
4. Que el
Tribunal de Honor y Disciplina tome conocimiento de estas faltas reglamentarias
para emitir las sanciones correspondientes”.
Mis hijas
entonces, son sancionadas por ser agredidas y defenderlas. Pasan de
ser víctimas a victimarias. El organismo que debe protegerlas no solo las
condena, sino que perjudica irreparablemente su carrera deportiva,
impidiéndoles competir y posicionarse en los primeros lugares del ranking
nacional como lo han hecho desde hace 4 años.
¿Algún interés de por medio?
Definitivamente hay algunas jovencitas beneficiadas con esto, entre ellas la
hija del presidente de la Federación Ecuatoriana de Surf, que por cierto, nunca
fue sancionada cuando en medio de una competencia nacional, su padre invitó a
pelear a mi esposo, y en una siguiente fecha volvió a realizar “actos de
violencia que nos son naturales de una actividad deportiva” insultando y
nuevamente invitando a pelear a otro padre de familia, de quien luego diría que
es “su gran amigo”. Digo, si por ser menor de edad, la pobre niña debe pagar
por los exabruptos de su representante, pues debió ser sancionada “para
precautelar la integridad y la seguridad en los eventos deportivos de la FES”.
Tampoco
fueron sancionados dos deportistas que en las últimas fechas de competencias
nacionales, fueron protagonistas de “actos de violencia que nos son naturales
de una actividad deportiva”, agrediendo verbalmente a los jueces, manifestando
su inconformidad en las decisiones con gestos obscenos y uno de ellos incluso
destrozando un letrero publicitario que estaba en la playa. Los dos jóvenes en cuestión han seguido en
las fechas nacionales, uno de ellos en campeonatos internacionales. ¿Qué pasó?
¿Estos no son “actos de violencia que nos son naturales de una actividad
deportiva”, y en estos casos no es necesario “precautelar la integridad y la
seguridad en los eventos deportivos de la FES”? A ver si me lo grafican para
entender mejor.
El team
manager parece tener la respuesta pero lastimosamente no señala culpables. En su
informe disciplinario señala textualmente: “Toda esta situación es el producto
de una falta de disciplina y correctivos al interior de la Selección Nacional y
el haber permitido una falta de respeto total entre compañeros y compañeras de
equipo”. Descubrió el agua tibia,
lastimosamente tarde, porque yo vengo cuatro años criticando lo mismo.
Culpables son muchos, y entre ellos hay hartos cómplices mudos.
Por favor, hay que ser coherentes, menos Resoluciones de Directorio, y Tribunales de Honor y
Disciplina con dedicatoria! Digan las cosas como son: Soy su piedra en el
zapato, porque mientras mis hijas estén en el surf dirigido por este brillante
y receptivo presidente de la Federación Ecuatoriana de Surf, siempre estaré velando
porque sus derechos sean respetados, porque las cosas sean justas y
transparentes, llamando irresponsables y solapados a quienes lo sean, y
defendiéndolas de cualquier patán sinvergüenza que las agreda! Yo no soy de
invitar a pelear a nadie, tampoco de valerme de palancas ni abogados que me
digan cómo actuar, no me interesa si le dan fechas nacionales al club de mis
hijas, no quiero puestos ni favores, peor el reconocimiento de nadie, me basta
con que mis hijas me hayan dicho “Gracias por defendernos mami” y así lo haré
siempre.