La mayoría de los guayaquileños asiduos a Salinas, sabemos muy bien que el edificio Tiburón es uno de los más antiguos de Salinas, que es el mas alto de la península, y que no tiene piso 13. Pero pocas, poquísimas personas, conocen la leyenda que encierra este emblemático edificio.
Siendo propicia la fecha, y en honor a que hace exactamente 26 años la escuché por primera vez, he decidido contarla sin fogata ni linterna en mano.
Pero primero lo primero.
Erase un 31 de octubre de 1986, cuando 6 pre adolescentes aburridos nos sentamos en el parque de Las Dunas a contar por turnos historias de miedo. La Dama Tapada y el Tintín eran un chiste para nosotros que estábamos acostumbrados a "Poltergeist", "Aliens" o "A nightmare on Elm Street", así que cuando alguien insinuó algo acerca de la leyenda del edificio, conspiramos entre todos y nos llevamos la Blazer de mi papá, derechito con rumbo a Chipipe y parqueamos frente al edificio El Tiburón.
Cuenta la leyenda, que hace muchos años, cuando el país estaba militarizado, el sobrino de un altísimo mando del ejercito, dio tremenda fiesta de Halloween un día como hoy.
El piso 13 se convirtió en un terrorífico escenario, en donde desfilaban brujas, diablos, y monstruos rodeados de pastillas y polvos mágicos.
Ya entrada la madrugada, apareció un magnífico minotauro, dejando a todos los aún conscientes, perplejos por tan perfecto disfraz.
Ya entrada la madrugada, apareció un magnífico minotauro, dejando a todos los aún conscientes, perplejos por tan perfecto disfraz.
Mientras se preguntaban quién estaría debajo de ese atuendo, los ojos del minotauro se prendieron como el fuego, y enfurecido se fue encima de los invitados con patadas y golpes certeros que acabaron con la vida de algunos.
Los mas valientes que escaparon de la masacre lograron acorralar a aquel monstruo, pero de un salto se lanzo por el tragaluz de la escalera y desapareció ante la mirada atónita de todos.
Nada se publicó. Se logró callar a la prensa y mantener el honor de la familia intacto, ya que los militares no creen en aparecidos, sino en secuestradores y sicarios en medio de una orgía matizada con drogas y rock & roll.
La leyenda dice que por lo menos uno murió de severos traumatismos y otro se lanzó del balcón huyendo del minotauro, convencido de que su traje de Superman lo haría volar.
En todo caso, cierto o no, los dueños del departamento ordenaron tapiar ventanas y puertas, pintarlo íntegramente de negro en señal de luto, y clausurar el ascensor para que jamás volviera a detenerse en el piso 13.
Y al llegar a este punto de la historia, aterrados como estábamos, dentro del carro, con los vidrios arriba y los pelos de punta, salió la famosa frase: "Te apuesto a que no subes a ver si es cierto que no hay piso 13"....cuando de pronto, y esto si lo aseguro porque fui testigo presencial, juro por mi vida que escuchamos 3 golpes durísimos en el parabrisas. Cuando nos viramos, acompañados del justificado griterío, habían tres burbujas enormes chorreando en el vidrio. Siguieron los gritos ensordecedores acompañados de un : "Es la baba del minotaurooo"
No sé cómo no morimos ese día, de terror y de imprudencia, con el pobre chiquillo que apenas sabía guardar el carro en el garaje, manejando despavorido a 160 kms/h , mientras los pasajeros gritábamos y llorábamos aterrados.
No sé exactamente qué fue lo que cayó en el parabrisas, no sé que parte de la leyenda sea verdad, no me acuerdo ni siquiera quienes estábamos en el carro ese día aparte de mi hermano y yo.
De lo que si estoy segura es que esta historia logró dejarme sin dormir muchos años, me dio horas de diversión en las fogatas, y me ha mantenido alejada de aquel edificio.
Sin embargo, desde la playa, a una distancia bastante prudencial, veo que extrañamente siempre se posan un par de gallinazos en el piso 13 mientras los demás dan vueltas alrededor, como oliendo la muerte cerca.
De lo que si estoy segura es que esta historia logró dejarme sin dormir muchos años, me dio horas de diversión en las fogatas, y me ha mantenido alejada de aquel edificio.
Sin embargo, desde la playa, a una distancia bastante prudencial, veo que extrañamente siempre se posan un par de gallinazos en el piso 13 mientras los demás dan vueltas alrededor, como oliendo la muerte cerca.