viernes, 27 de diciembre de 2013

Una llamada no tan equivocada


Jueves 7:30 am suena mi celular. Una voz amable de una señora sesentona dijo mi nombre, y cuando dije “ Sí, soy yo, quién habla? ”, la amable señora sesentona se volvió una real bestia insultadora. Entre los muchos epítetos que me dijo, hubo uno en particular que estoy segura no merezco y despertó mi curiosidad detectivesca. Mi reacción fue hacerle creer que no la escuchaba con unos Aló Aló Aló?? Mientras ella repetía la descarga, hasta que cerré el teléfono.

Enseguida volé a guardar el número para verlo por WhatsApp, y contrario a lo que me dijeron - entre risas burlescas- mis adolescentes hijas: “Obvio que es un número cualquiera” “Ni siquiera debe tener aplicaciones ni nada”, allí estaba, con foto y todo. Pero la foto no era de una señora sesentona, sino de dos niños con la cara medio tapada con sus gorras. Opción 1: los nietos, Opción 2: foto trucha bajada de la web.

Me quedé con la pica, porque no era un número equivocado, esa persona dijo mi nombre!

No seguiré explicando mis métodos de búsqueda, porque nunca hay que revelarse por completo al enemigo, solo diré que mi opción 1 era la correcta, y que en menos de 10 minutos di con la persona en cuestión.

Tenía frente a mí el nombre de la persona a la que estaba registrada la línea, y no lo podía creer. Se trataba de un conocido y prestigioso abogado, un hombre bastante mayor al que consulté alguna vez, y recordaba como un caballero. Averigüé además que no le habían robado el teléfono, no lo había vendido ni prestado, y que incluso lo cargaba en ese momento.

Entonces la película empezaba a tomar forma: La esposa de este señor lo había pescado en roja, y muy seguramente empezó a aplastar uno por uno los números del directorio, de pronto apareció mi nombre que no le sonaba para nada, y pensó: “Esta es la zorra con la que mi marido se revuelca, y de ley ha guardado el número con otro nombre para despistarme” (yo pensaría así). Pero esto era solo una teoría, mi teoría, y decidí salir de dudas a ver si sirvo para detective.

La llamé un par de veces y no me contestó, así que le escribí ofendida por sus insultos, diciéndole que era una vergüenza lo que había hecho, que seguramente ya se dio cuenta que yo no era quien ella creyó, y que en cambio yo ya sabía quién era ella y su infiel esposo, mientras le dejaba claro que por lo menos me merecía una disculpa por tamaña puteada tan temprano en la mañana.

Pensé que allí acabó todo, hasta que horas más tarde me contestó grosera y amenazante, despertando de nuevo a la bestia dormida.

Entre insultos van insultos vienen, amenazas, imágenes sacadas de su Facebook para dejarle claro que yo sabía perfectamente quien era, y ella contestando irónicamente el miedo que le daba, terminamos de la única manera como podíamos terminar: siendo amigas.

Mi teoría era correcta, el marido setentón resultó no ser tan intachable, y guapetón como es se levantó a una tipilla algunas décadas menor, más por la plata que por la pinta, y allí estaba la esposa, con escasos conocimientos en informática y sin el canal ID tan útil en estos casos, haciendo lo único que se le ocurrió, putearme por no hacérsele conocido mi nombre.

Y es que esa loca sesentona se encontró con esta loca cuarentona de similares alcances, tanto así que me dieron ganas de darle un par de consejitos de esposa sicópata, pero no quise ahondar más en su ego dolido.  

Así terminó esa extraña llamada, despidiéndonos en paz y con un abrazo a la distancia, y por loco que parezca, a mí me quedó la sensación de “volver al futuro” encontrándome conmigo misma, en una hipotética situación, con algunas cuantas décadas de por medio.

martes, 24 de diciembre de 2013

Por qué no creo en La Navidad


Ya por el mes de Septiembre más o menos, me doy cuenta que el año se fue volando y que pronto es Navidad. Esto en lugar de alegrarme me deprime, por el tráfico, el gasto, la pelea por dónde pasar tan lindo día, y las pocas ganas que tengo de ver a gente que cree que ese día debo querer verlos.

Y es que gracias a que la religión católica decidió celebrar el cumpleaños de Jesús en esa fecha, y siendo la mayoría de mis conocidos católicos apostólicos y romanos, en Diciembre se llenan de un “espíritu navideño” desbordante, digno de la familia Flanders. Y en este punto es donde me pregunto, si Jesús nace el 24 en sus corazones, en que órgano pasa la adolescencia y sus 33 años de vida??

Veamos, por qué carajo la gente cree que el 24 debe ser amable y los otros 364 días del año está bien ser unos perfectos imbéciles?

- No creo en el vecino que pone lucesitas con música navideña en el pino de su patio, mientras que todo el año parquea el carro al frente de su casa solo por joder al otro vecino con el que tiene pito.

- No creo en la prima que se viste de ayudante de Santa y saca en bandejas de plata el pavito recién horneado, lo pone sobre el mantel brillante engalanado con la más fina vajilla, rodeada de su hermosa familia sonriente para la foto de postal, mientras que todo el año deja a sus hijos almorzando solos porque le fastidian las conversaciones infantiles, los derrames en el mantel y se le pasa la novela que la hace soñar estar en brazos de otro.

- No creo en el chat del colegio, en donde las madres dejan empalagosos mensajes sacados de Google o de algún versículo que jamás entendieron bien, mientras que todo el año son incapaces de devolver un saludo amable, ceder el paso en la fila, o simplemente sonreír.

- No creo en los parientes que esperan que este día la familia pase unida, mientras que todo el año construyen barreras de envidia, críticas no constructivas y egoísmo.

- No creo en los amigos de antaño que cuelgan imágenes y frases en sus múltiples redes sociales, mientras que todo el año han ignorado las preocupaciones, alegrías o miedos de sus contactos, aun cuando se enteran perfectamente de lo que les pasa, precisamente gracias a sus redes sociales.

Así que no creo en la Navidad al igual que no creo en las fiestas de graduación, los matrimonios pomposos, ni las fotos familiares hechas en estudio. 

Por eso, así como dice la canción: "... I Just believe in me, Yoko and me..", solo creo en mi tribu y en mí, porque es mejor emular a Lennon que al estúpido Flanders.