miércoles, 29 de julio de 2009

La Cascada de los Cinco





No sé cómo se llama este lugar, no lo encontré en Google. Es una cascada por la que se paga $0,25 por persona para entrar.
Según el mapa está en la vía Santo Domingo- Alóag, paso obligado hacia algunos lugares de la sierra ecuatoriana, y parada que nos ha visto crecer, así que la bautizaré “La cascada de los cinco”
A mi me encanta viajar en carro conociendo el país, y ojo, no tiene nada que ver con esas vallas de verde país que nos mandan a conocer primero lo nuestro, si fuera así, solo por llevarle la contra me quedo aquí clavada y solo conozco los 100 metros a la redonda de donde vivo, sí, solo por llevarle la contra….
Pero en serio, antes de conocer otros lados, me encantaría conocer muchas partes del Ecuador que todavía solo tengo en mi imaginación y en el tripadvisor.com.
No sé bien de donde me nació el espíritu aventurero en familia.
Si me voy algunos años atrás, recuerdo largos paseos a Cuenca, Riobamba, Quito, con mis papás y su grupo de más de 15 amigos y sus respectivas familias. Todos eramos tantos, que siempre alquilaban 2 buses gigantes, esos que decían BLUE BIRD. Así nos íbamos los chicos en uno y los grandes en otro.
Los chicos teníamos desde 7 hasta 17 años. Los papás, bueno, ellos siempre fueron viejos.
Nuestras aventuras y exploraciones del país no los incluían jamás porque ellos tenían como mejor amigo y líder del grupo a un tal Johnnie Walker, y nos estaba prohibido interrumpirlos. Las mamás…la verdad nadie se preguntaba por las mamás.
Los días de las vacaciones pasábamos divertidos hasta la hora que queríamos haciendo lo que queríamos: comiendo todos los postres del hotel, subiendo y bajando del ascensor, metidos en la piscina hasta que nos botaban, sapeando a los de 17 besuqueándose, mientras los papás jugaban “perra flaca” y caían temprano bajo el poder del tal Walker.
Bueno, esos no son los recuerdos que tendrán mis hijas, porque aunque le tengo tanto miedo a las alturas como al agua fría, con Toñito nos hemos mojado, trepado, rodado, balanceado, mareado, escalado, acampado y aventurado en cuanta diversión sin fin nos han ofrecido. Todo, mochila en mano, sin llegar a ningún hotel 5 ni 4, creo que ni 3 estrellas, pero súper divertido, y en contacto con la sencillez de la naturaleza.
Estos son los buenos recuerdos que les estamos dejando.

sábado, 18 de julio de 2009

Narnia debajo de mi cama


Tengo algunas cajas de cartón debajo de la cama. Guardan tesoros que tienen más de 16 años. Cientos de cartas de amor en algunas. Cientos de dibujos, manitos pintadas y letras patulecas en otras. Fueron llegando por aniversarios, cumpleaños, y así porque sí también.
Estas cajas de cartón son de la familia, nos han acompañado en todas nuestras mudanzas, desde la que bautizamos “casita de amor”, allí frente al salado, y luego a “Alta Gracia” donde conocimos y conservamos a nuestros mejores amigos.
Las cajas de cartón tuvieron un sitio en el asiento de adelante cuando hace más de 10 años nos mudamos a la playa y nos siguieron en nuestros tres cambios de departamento.
Ya llevan 8 años en el mismo sitio. Les saco el polvo, las abro, sonrío.
Las letras, los dibujos, las palabras van cambiando, el amor inmenso es el mismo.
Para mi último cumpleaños recibí una carta que no entra en las cajas de cartón pero sí en mi sala. No es de papel, es un lienzo, y lo que la artista me dijo que significaba me hizo tan feliz que será un tesoro más que nos acompañe en nuestras mudanzas.

viernes, 3 de julio de 2009

Oliva y su paso por el quirófano


Por lo general, nos proponemos adelgazar por estética o por salud. Pero yo conocí a alguien que quería a toda costa engordar. Entonces no me di cuenta, pero el tiempo me demostró que estaba bastante loca. La vi el otro día. No quiero ser mala, aunque se lo merece, pero parecía un travesti. Y no es que tengo nada en contra de los travestis, pero es trágico parecer uno sin serlo ni quererlo ser...¿o no?
Todo se remonta a unos años atrás, más de 20. La conocí en el colegio, y de una hicimos pata, como diría mi papi, para la maldad…esa parte de la historia no es la que quiero contar, así que no me desviaré, por esta vez.
Digamos que se llamaba… Oliva. Esta chica era flaaaaca, aaaaalta, con unos pies enooormes, pero aunque la descripción lo haga parecer, no era fea. Era mas bien guapa, siempre con el último grito de la moda encima, además, en ese entonces ya tenía nariz nueva, asi que no puedo dar fe de que tan fea era la anterior. Lo cierto es que esta chica, Oliva, tenía un complejo terrible por su condición, y no ayudaba en nada que haya estado siempre alado de ella, con mi metro cincuenta y ocho SIN plataformas de aquel entonces. Oliva empezó a tomar cuanta vitamina cayera en su boca con la fiel promesa de engordarla, y nada. Comía sin ganas y más de la cuenta, y nada. Se ponía ropa con relleno, dos tallas más grande, y nada. Así que un día comenzó a inyectarse unas substancias extrañas. A mí me decía que eran vitaminas inyectables, pero al poco tiempo comenzó su transformación. La voz le cambió, la cara se le engordó, los hombros se ensancharon, las piernas se engrosaron y no había Gillette que aguante.
Un par de años después se aumentó exagerada y notoriamente algunas partes de su cuerpo, empeorando el resultado y alejándose para siempre del molde inicial. Típico que cuando vemos a una persona todos los días no nos damos mucha cuenta de los cambios de a poco, y eso fue lo que me pasó.
Asi que no me había dado cuenta de la grave transformación de mi amiga Oliva, hasta que un día, en una reunión en mi casa con un muy variado, divertido y alternativo grupo de amistades, uno de ellos me pidió que le presente a mi “amigo”. Yo miré hacia donde apuntaba Cupido, y no veía a nadie más que a Oliva.
Allí fue cuando lo entendí. Mi amigo se refería a “ella” como “él”, y aunque al principio me hizo gracia porque pensé que me estaba molestando, luego de tanta insistencia para que se “lo” presente, me di cuenta que era en serio.
Mi amigo estaba seguro de que se trataba de un travesti que durante muchos años me había engañado fingiendo ser mi amiga.
A las finales no estuvo tan equivocado, porque amiga, amiga en el propio sentido de la palabra, resultó que no era, y hoy, luego de un par de decenas de años, está mas varonil y sola que nunca.
Oliva, Michael, producto de nuestra zoociedad? O simplemente portadores de una psicopatía de esas que hay hartas?
…Me quedo con mis arrugas, cuando las tenga pues. Los gordos se me han de ir cuando deje de comer pan de chocolate con macadamias, o cuando me regalen una caminadora. He dicho.